lunes, 2 de mayo de 2022

 

EXAMEN DE CONCIENCIA 

Primera parte

   “En la silenciosa hora del examen de conciencia me gusta mucho meditar y vivir estas palabras de la secuencia de la Misa de Difuntos: Liber scriptus proferetur in quo totum continetur. Será leído escrito que lo contiene todo.

     En el momento de nuestro encuentro con Jesús pasarán rápidamente ante nuestros ojos las páginas del libro de nuestra vida, en el cual estará escrito todo lo que hicimos durante nuestros días terrenales.
     Y así, para no tener sorpresas en el último momento, a mí me gusta muchos, amigo mío, coger con mis propias manos ese libro que, mientras vivo, voy, quiera o no, escribiendo. Me gusta cogerlo, abrirlo y ponerlo ante los ojos de mi alma. ¡Qué fácil y qué útil es esto en el momento de la oración, en el momento de examinar la propia conciencia!
     Acostumbro entonces a pensar que cada día de mi vida es una página de este libro; y cuando empiezo a vivir una jornada me hallo ante una hoja de papel en blanco. Y a veces recorro velozmente todas las hojas escritas y dejo volar también las páginas blancas, esas sobre las cuales nada he escrito aún, porque todavía no ha llegado el momento. Y siempre, misteriosamente, se me quedan algunas entre los dedos de las manos, esas mismas que no sé si llegaré a escribir, porque no sé cuándo me pondrá el Señor por última vez ese libro ante los ojos.
     Y estas páginas blancas que empezamos a garabatear cada día, a mí me gusta encabezarlas con una sola palabra: ¡Serviam!, ¡serviré!, que es un deseo y una esperanza.
     Deseo, porque sinceramente quiero que toda la página tenga ese sentido. Quiero, efectivamente, servir a Dios escribiendo derecho y escribiendo lo que Él quiere.
     Esperanza, porque con la gracia de Dios, confío en hacer todo lo que deseo.
     Después de este comienzo -deseo y esperanza-, quiero trazar palabras y frases componer párrafos y llenar la hoja con una escritura clara y nítida. Lo cual no es más que el trabajo, la oración, el apostolado; es decir, toda actividad de mi jornada”. Continúa

       (Salvador Canals, Ascética meditada, p.136-137, Colección Patmos nº 110, Ediciones Rialp)

    

 

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