miércoles, 22 de junio de 2022

                              VIDAS EJEMPLARES. SAN JUSTINO    (12)                                                                               “Donde está Jesucristo, allí está la Iglesia católica” 
                                                                       (Carta a los cristianos de Esmirna, VIII, 2)
 
       (Flavia Neápolis 100 - Roma 165) “El apologista griego más importante del siglo II y una de las personalidades más nobles de la literatura cristiana primitiva. Su ciudad natal es la actual Naplusa (Siquem). De padres paganos, intenta formase primero en una escuela estoica, luego en la de un peripatético y finalmente en la de un pitagórico. El platonismo le atrae también por un tiempo, hasta que un día, según relata, un anciano que se le acerca cuando camina al borde del mar logra convencerle que la filosofía platónica no puede satisfacer el corazón del hombre y le llama la atención sobre los “profetas, los únicos que han anunciado la verdad”. Las palabras de éste encienden su corazón de amor a los profetas y a los amigos de Cristo y considera que “ésta solo es la filosofía segura y provechosa”. 
La sincera búsqueda de la verdad, la oración humilde y el ejemplo dado por los mártires le llevan finalmente a abrazar la fe de Cristo. Después de su conversión, que probablemente tiene lugar en Éfeso, dedica toda su vida a la defensa de la fe cristiana. Viste el pallium, manto usado por los filósofos griegos, y viaja como predicador. A Roma llega cuando reina Antonino Pío (138-161). Funda allí una escuela de la cual surge otro importante apologista, Taciano.
Tres de sus escritos han llegado hasta nosotros: dos Apologías contra los paganos y Diálogo contra el judío Trifón. Su teología muestra una inclinación hacia la filosofía platónica. Justino es el primer autor cristiano que plantea el paralelismo María-Eva en contrapartida al desarrollado por san Pablo sobre Cristo-Adán. Es también uno de los primeros testigos del culto a los ángeles, enseñando que desde el cielo cuidan a todos los hombres: “Entregó la providencia de los hombres, así como las cosas bajo el cielo, a los ángeles que para esto señaló”. Existe un auténtico relato de la muerte de Justino en el Martyrium S. Iustini et sociorum, basado en las actas oficiales del tribunal que le condena a Justino y seis compañeros más son decapitados”.  (Ediciones Rialp, Biografías, 5ª edición, p. 36)
 
       “La figura y la obra de san Justino marcan la decidida opción de la Iglesia antigua por la filosofía, por la razón, más bien que por la religión de los paganos. De hecho, los primeros cristianos no quisieron aceptar nada de la religión pagana. La consideraban idolatría, hasta el punto de que por eso fueron acusados de “impiedad” y de “ateísmo”. En particular, san Justino, especialmente en su primera Apología, hizo una crítica implacable de la religión pagana y de sus mitos, que consideraba como “desviaciones” diabólicas en el camino de la verdad. Sin embargo, la filosofía constituyó el área privilegiada del encuentro entre paganismo, judaísmo y cristianismo, precisamente en el ámbito de la crítica a la religión pagana y a sus falsos mitos.
        El realismo de san Ignacio invita a los fieles de ayer y de hoy, nos invita a todos a una síntesis progresiva entre configuración con Cristo (unión con él, vida en él) y entrega a su Iglesia (unidad con el obispo, servicio generoso a la comunidad y al mundo)
 
Tú reza ante todo para que se te abran las puertas de la luz, pues nadie puede ver ni comprender, si Dios y su Cristo no le conceden comprender” (Diálogo con Trifón, VII, 3)
                                  (Benedicto XVI, Grandes maestros de la Iglesia de los primeros siglos, p. 40)

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