miércoles, 2 de noviembre de 2022

JUECES
                                   Los libros históricos del Antiguo Testamento
 INTRODUCCIÓN

     “Los relatos sobre los jueces manifiestan una gran rudeza que es testimonio de la situación en la que vivían las tribus de Israel en sus primeros tiempos. El autor sagrado utiliza tradiciones para ilustrar el mensaje que desea trasmitir conservando los rasgos arcaicos de las épocas más antiguas. Para entender adecuadamente los relatos sobre los jueces conviene hacer algunas advertencias.

      La primera es que “Dios se reveló progresivamente”. Esto es, la Revelación divina se fue realizando de modo gradual, tanto en los contenidos doctrinales como en la sensibilidad ética. Por eso no se pueden tomar ahora como modelos unos personajes que actúan con unas convicciones o unos criterios éticos que fueron superados cuando la Revelación alcanzó su culminación en Jesucristo. Incluso en el momento en que se escribió este libro, aunque todavía no se había llegado a esta plenitud, ya se habían dejado atrás muchas de las conductas primitivas.
      Junto a esto hay que tener en cuenta que para entender el mensaje que cualquier autor transmite con sus escritos no se pueden entresacar unas palabras o unas narraciones del texto en el que figuran sin tener en cuento el conjunto de la obra. Por ello, leído en su conjunto, se puede apreciar que las hazañas de los jueces no han sido incluidas en el libro sagrado como modelos de comportamiento ni de actitud religiosa. Esos hombres vivían en un tiempo de costumbres y valores muy elementales, y su comportamiento manifiesta la rudeza de su época. Aunque la Sagrada Escritura hable claramente de estos sucesos no pretende presentarlos como ejemplares. Ya San Agustín aducía estos criterios en la lectura de la Sagrada Escritura: “En ella se condena, por derecho divino, la formación o el trato carnal ilícito; por lo cual, al mencionar tales acciones, llevadas a cabo por algunas personas, sin emitir en ese momento juicio sobre ellas, nos permite que emitamos nosotros nuestro juicio, pero no nos manda alabarlas. ¿Quién de nosotros no detesta en el mismo evangelio la crueldad de Herodes, cuando, preocupado por el nacimiento de Cristo, mandó matar a tantos niños? Con ello, allí no se vitupera dicha acción, únicamente se narra”.
      La intervención salvadora de Dios comienza por la elección gratuita del hombre al que corresponderá restablecer la situación. La gratuidad de la vocación es un rasgo sobresaliente en toda la obra. Así lo expresa, por ejemplo, el diálogo de Gedeón con el Ángel de Señor: “Él respondió: “Señor mío, ¿cómo voy a liberar a Israel? Mi clan es el más insignificante de Manasés y yo soy el más joven de mi familia”. El Señor le dijo: “Yo estaré contigo y tú derrotarás a Madián como a un solo hombre”.
      El libro de los Jueces es también un canto de liberación. Cuando Dios contempla las dificultades su pueblo ante el peligro y escucha su petición de ayuda, acude a liberarlos de sus enemigos temporales. Estas experiencias de liberación son los primeros jalones, después de la liberación de Egipto, de la acción divina que culminará en la liberación definitiva. Estos recuerdos servirán para alimentar la esperanza en los momentos difíciles del Destierro (siglo VI a.C.) y son presagio de realidades más profundas que se manifestarán posteriormente”. Tercera parte, continuará. 

           (Facultad de Teología Universidad de Navarra, Comentario, Sagrada Biblia, p. 223-224)

 

 

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