viernes, 21 de abril de 2023

ESCRITOS DE CATEQUESIS
LA RESURRECCIÓN DE LA CARNE
El Símbolo de los Apóstoles. Artículo 11
 
      “El Espíritu Santo no sólo santifica las almas de los miembros de la Iglesia, sino que con su poder resucitará nuestros cuerpos. “El que resucitó de entre los muertos a Jesucristo nuestro Señor” (Romanos 4,24); “Si por un hombre vino la muerte, por un hombre la venido la resurrección de los muertos(1 Corintios 15, 21). Por ello nuestra fe profesa que habrá una resurrección de los muertos.
      Acerca de la cual salen al paso cuatro consideraciones: la primera se refiere a la utilidad de esta fe en la resurrección¸ la segunda trata de las consideraciones en que resucitarán todos los cuerpos en general; la tercera, de los cuerpos de los justos; la cuarta, de los cuerpos de los condenados.
 
      A, Tocante a lo primero, la fe y la esperanza en la resurrección nos son útiles en cuatro sentidos.
      Primero, para sobreponernos a la tristeza que nos produce la muerte de los nuestros. 
Es imposible que uno no sienta la muerte de un ser querido; pero, si esperamos en su resurrección, se mitiga considerablemente el dolor. “Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos, para que no os entristezcáis como los hombres sin esperanza” 
(1 Tesalonicenses, 4, 12).
 
      Segundo, porque libran del miedo a la muerte. Si el hombre no esperara otra vida mejor después de su fallecimiento, la muerte sería sin duda muy de temer, y habría que hacer cualquier mal antes de morir. Pero como creemos que existe esa vida mejor, a la que llegaremos después de la muerte, está claro que nadie debe temerla ni cometer maldad alguna por evitarla. “Para aniquilar por medio de su muerte al que detentaba el señorío de la muerte, es decir, al diablo, y libertad a cuantos, por miedo a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud” (Hebreos 2, 14-15).
 
      Tercero, porque nos vuelven alertados y afanosos por obrar bien. Si no contase el hombre con más vida que la actual, tampoco tendría mayor afán por obrar de esta manera; hiciese lo que hiciese, quedaría insatisfecho, puesto que sus deseos no tienen como objeto un bien limitado a un cierto tiempo sino la eternidad. Pero como creemos que por lo que hacemos aquí, recibiremos bienes eternos en la resurrección, esta fe nos impulsa a practicar el bien. Si sólo para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, somos los más desgraciados de todos los hombres” (1 Corintios 15, 19).
 
      Cuarto, porque nos retraen del mal. Del mismo modo que es un estímulo para obrar el bien la esperanza del premio, retrae del mal el miedo al castigo que creemos estar reservado a los malos. “Y marcharán los que hayan hecho el bien a una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal a una resurrección de condena” (San Juan 5, 29).  (Continúa)

   (S. Tomás de Aquino, Escritos de Catequesis, El símbolo de los ApóstolesArtículo 11, primera parte, p. 105-107)

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