jueves, 1 de febrero de 2024

HISTORIA DE PALESTINA
Período Bizantino (325 – 636) 

      San Hilario, en Gaza (291), inicia las lauras, que luego se extenderán por los alrededores de Jerusalén, desierto de Judea y Belén. San Caritón (350) es el fundador, en Ain Fara, de la vida anacoreta en el desierto de Judea, que posteriormente san Eutimio, san Teodosio y san Sabas llenaron con sus lauras, algunas de la cuales han llegado a nuestros días.

      Todo ello crea un clima nuevo y una situación social de los que no es fácil eximirse; a lo que hay que añadir cómo se deja sentir además la influencia de sucesivos emperadores. Juliano el Apóstata, Teodosio el Gran (378-395), Eudoxia, Justiniano (527.565), intervienen directamente en la marcha del cristianismo en Palestina. Pero además es tiempo de dinámica y fervorosa afluencia de peregrinos, algunos de los cuales nos han dejado información inapreciable sobre la vida cristiana en Israel: el viajero de Burdeos (333) y la peregrina española Egeria (381-384) son ejemplos sobresalientes de dicho renacimiento.

      Los incontables hallazgos arqueológicos de iglesias bizantina pertenecientes a los siglos IV, V y VI, dan muestra asimismo de la pujanza que llegó a alcanzar el cristianismo en Tierra Santa. Nadie hubiera podido prever entonces que al final de tan interesante período, los persas, año 614, dirigidos por Cosroes II, invadirían Tierra Santa sembrando la destrucción, la desolación más despiadada y la muerte.

Período Árabe (636 – 1099)

      Siendo Patriarca san Sofronio, el califa Omar toma Jerusalén. Hay que reconocer que respetó, sin embargo, la administración bizantina, hasta el punto que a judíos y cristianos se les consideró “ciudadanos protegidos”. Se sucedieron Omeyas, Abásidas y Fatimitas. Pero con la subida al poder de Al-Hakem en el 1099, la rigurosa persecución de judíos y cristianos y sobre todo la profanación y destrucción del Santo Sepulcro, levantaron en Europa un clamor que daría lugar a las Cruzadas.

             (Teodoro López, Carlos Sáez, Ángel Martín, Peregrinación a Tierra Santa, p. 33-34, relato n. 14)

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