martes, 18 de junio de 2024

 DESPIERTA Y COMBATE A LOS
BÁRBAROS QUE ARRUINAN TU VIDA
17. Así se teje la perfecta telaraña de autocensura
 
“El sujeto ideal del gobierno totalitario no es el nazi convencido o el comunista
convencido, sino las personas para quienes la distinción entre realidad y ficción,
y la distinción entre verdadero y falto ya no existe” Hannah Arendt
 
      El objetivo de los bárbaros es que los ciudadanos se transformen en policías del pensamiento, y ejerzan una presión agobiante sobre los rebeldes que amenazan con mantener una opinión diferente a la de la tribu. Si esa presión surte efecto, la autocensura se instala para regocijo   de los bárbaros, que ven cómo sus consignas se vuelven incontestables.
      Y una manera de tejer esa telaraña de autocensura es a través de unos sencillos pasos:
 
Hay que producir miedo. Para mantener a una población sumisa y controlada, hay que introducir elementos de pánico. Hay que provocar miedo. Hay que alarmar a la gente. No importa que muchos de esos temores sean imaginarios o falsos. El objetivo es lograr que exista un cierto histerismo, una agitación colectiva descontrolada que dé como resultado un cierto consenso de la sociedad en reclamar ser conducidos a un lugar seguro.
      Ese miedo es como un aviso para navegantes. Los bárbaros te dicen: “Sé obediente a las consignas y podrás seguir disfrutando de una vida tranquila dentro de la tribu, siendo aceptado por tus conciudadanos. Ahora bien, si rompes las reglas de juego que hemos implantado, y las pones en cuestión públicamente, nuestra bota aplastará su cara…”
 
Campañas de señalamiento. Para que la autocensura sea efectiva debe haber una unanimidad en la opinión pública sobre una serie de creencias comunes que no se pueden criticar. Si algún valiente tiene las agallas de desafiar ese pensamiento único, debe ser descalificado inmediatamente. Si se rompe esa unanimidad, se corre el peligro de que avance la pluralidad, y eso significa el fin de la autocensura.
      Al díscolo hay que darle muerte civil lo más rápidamente. Hay que señalarlo y satanizarlo. No hay que argumentar ni dialogar con él. Simplemente hay que descalificarlo. Se le deben imputar unos calificativos mágicos: facha, ultra, homófobo, radical, xenófobo, nazi, extremista, inadaptado… Hay que presentarlo como lo peor. Los nazis dibujan a los judíos como ratas en sus publicaciones satíricas. Y muchos indepes están bastante de acuerdo cuando Quim Torra, expresidente de la Generalitat, se refiere a los catalanes libres de nacionalismo como bestias. “Carroñeras, víboras, hienas. Bestias con forma humana, que destilan odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con verdín…”
      Al rebelde hay que quemarlo en la hoguera pública que hoy representan la televisión y las redes sociales. Su buen nombre debe arder. No hay que debatir sobre sus propuestas. Simplemente hay que vomitar bilis sobre su persona para aniquilar su fama.
      Si a eso se une una campaña de peticiones tipo change.org, reclamando firmas para nombrar a ese traidor como persona no grata o exigir que se le despida del trabajo… la campaña ya está hecha. (continúa)
 
     (autor Álex Rosal, LIBROSLIBRES, con el título que encabeza, capítulo 17/1-, p. 44-45)

No hay comentarios:

Publicar un comentario