DESPIERTA Y COMBATE A LOS
BÁRBAROS QUE ARRUINAN TU VIDA
17. Así se teje la perfecta telaraña de autocensura
Los medios dominantes, teóricamente “guardianes”, no salen en defensa del disidente…
Los bárbaros suelen contar con un
aliado natural para implantar la autocensura: la cobardía o la conformidad. No
falla. Entre los medios dominantes que dicen tener una línea editorial afín a
los valores que defienden los guardianes, trabajan muchos colegas que
están abonados a la conformidad de la que hablaba el psicólogo Salomon Asch.
Tienen miedo a salirse del marco mental que imponen los bárbaros y
aceptan ese consenso diabólico.
Si les sugieres defender a un valiente
que desafía los mantras de los destructores sociales, te dicen: “Cuidado, puede
ser arriesgado, tengamos moderación. No nos pueden relacionar con ese apestado”
En el fondo, lo que manifiestan entre
líneas es que prefieren permanecer dentro de la tribu, arropados y gozando de
una cierta consideración, aunque vivan en una mentira, a ser arrojados a la
soledad, obligados a subsistir aisladamente, aunque sea con la verdad
Los bárbaros necesitan crear un candado
perfecto ante la opinión pública que justifique la aversión al disidente, y su
persecución sin piedad. Por eso tienen siempre en la boca listas para escupir
en cualquier debate, conceptos como tolerancia, democracia, libertad de
expresión, pluralidad o diversidad que suenan bien y tienen algo de mágicas, y
se transforman en una coraza para cuando quieren justifican su pulsión
totalitaria.
Defienden la libertad de expresión, pero
limitada a poder hablar de aquello que no ofenda ni sea delito de odio… por lo
tanto, no puedes criticar nada que afecte al cuerpo doctrinal de sus creencias.
Hay libertad de expresión para hablar de aquellos temas que están permitidos
comentar, y para tratarlos según el enfoque recomendado.
La pluralidad de los bárbaros
consiste en que haya muchos altavoces y casi todos digan lo mismo. Y en que hay
muchas voces que parloteen sin salirse del guion. Es una pluralidad de mentira,
encorsetada a debatir sobre los dogmas del “hombre nuevo” sin discrepantes.
Y la diversidad se circunscribe a exigir
que los admitas en tus ámbitos de trabajo o de estudio, pero jamás permitirán
que haya guardianes en sus reductos universitarios, periodísticos o
culturales.
Cuando llama la madre y comenta angustiada: “Hijo,
¿qué estás haciendo que tus hermanos están muy preocupados?”, o llega el hijo
del colegio llorando porque un niño cabrón se ha metido con él por no sé qué
noticias que ha visto en TikTok… o el conserje del edificio lo mira por encima
del hombro y suelta con voz socarrona mientras come unas pipas: “¿Qué, se está
montando una buena?”. O la esposa
aparece en casa un tanto alterada después de merendar con unas amigas que le
han calentado la cabeza por las cosas que se dicen del marido. Al final, la
familia en bloque sienta al “rebelde con causa” delante de ellos, y le dicen en
plan ultimátum: “Déjalo ya, no nos metas en más problemas”.
Resultado: la autocensura funciona. Se
cierra el círculo.
No ha tenido que intervenir ninguna
Administración o Gobierno, ningún juez o político. Ha sido la propia tribu la
que se autogestiona para que el disidente, acosado por unos y aislado por
otros, tira la toalla y desista en su empeño de llevar la contraria a los bárbaros.
La autocensura ha funcionado. Ha sido un éxito. Muy pocos resisten a esa
presión, y es limitado el número de los inconformistas que reciben el apoyo de
sus íntimos para continuar con su misión.
(autor Álex Rosal, LIBROSLIBRES, con el
título que encabeza, capítulo 18, p. 46-48)
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