“Las reglas aún vigentes en el Times se aplican con extrema selectividad. Si la ideología de una persona está en consonancia con la nueva ortodoxia, tanto ella como su trabajo permanecen sin escrutar. Todos los demás viven atemorizados por si les fulmina un rayo digital. El veneno online se permite siempre que se dirija a los objetivos adecuados. Artículos de opinión que se habrían publicado fácilmente hace dos años, ahora pueden acarrear serios problemas, o incluso el despido”.
viernes, 5 de julio de 2024
DESPIERTA Y COMBATE A LOS
BÁRBAROS QUE ARRUINAN TU VIDA
18. Lanzar a una masa enfurecida para cancelar a los odiadores
“Se fomenta el odio cuando se ´declara delito de odio´ cualquier discrepancia”
Mons. Luis Argüello
Joe y Helen Roberts, un matrimonio de ancianos que vivía en el pueblo de Wyre, en Lancashire (Reino Unido), no olvidará nunca como una simple llamada a su ayuntamiento pudo llevarles a la cárcel en 2005. Vieron una publicidad de una exposición organizada y financiada por el consistorio en donde se exponían libros en favor de las tesis LGTBI+, y llamaron al ayuntamiento para protestar de que se utilizara el dinero público para apoyar causas ajenas a su cometido. Todo ello es un tono educado y respetuoso. Además, solicitaban poder aportar literatura cristiana a la exposición, pagada de su bolsillo, con el fin de ofrecer un punto de vista alternativo y plural.
El funcionario que atendió a los ancianos
se alarmó de que pudieran estar expresando “actitudes homófobas” e informó a la
Policía de la conversación, que juzgada como “intolerable” mandó a la casa de los
señores Roberts a unos agentes para interrogarlos por espacio de ochenta
minutos. Los policías advirtieron a los ancianos que estaban “pisando un
terrero resbaladizo” y que se encontraban muy cerca de cometer un “delito de
odio” que les podía acarrear una pena de prisión de hasta siete años. Sin
embargo, al ser la primera vez que se mostraban públicamente como potenciales
delincuentes de odio, no ejercerían esa acusación.
El matrimonio Roberts acabó presentando
una denuncia contra la Policía y el Ayuntamiento por este acoso sin
precedentes, que se resolvió fuera de la jurisdicción de los tribunales con una
disculpa y una indemnización económica de ambos organismos.
Ya lo adelantó hace un siglo el escritor
ruso Fiódor Dostoyevski: “La tolerancia llegará a tal nivel que las personas
inteligentes tendrán prohibido pensar para no ofender a los imbéciles” (autor Álex Rosal, LIBROSLIBRES, con el
título que encabeza, capítulo 19, p. 48-50)
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