“Lo que más odia el rebaño es aquel que piensa distinto. No es tanto la opinión en sí como la
El miedo a ser señalados como odiadores, inadaptados, ultras, fascistas, nazis, homófobos, racistas o xenófobos está condicionando la vida de muchas personas en Estados Unidos. La autocensura por miedo a decir algo que no es políticamente correcto, o que no sea aceptado por los popes que rigen la opinión pública, aumenta cada día más. Hay preocupación por cometer un “error” en un tuit, en un post de Facebook o un comentario en un foro de internet, y que la consecuencia de escribir algo que no guste a los clérigos de las esencias del pensamiento único provoque una cascada de reproches públicos que termine en una satanización, y en la muerte civil, simplemente por ser acusado de no reflejar el sentir de la mayoría.
Según un estudio realizado por la organización More in Common, con más de ocho mil personas encuestadas en Estados Unidos, más de la mitad de los estadounidenses declaran que no se sienten completamente libres de expresar lo que piensan de algunos temas de actualidad. En concreto, un 66% de la población no se siente libre para decir lo que piensa respecto al islam; otro 64% para expresar sus opiniones sobre la raza; y el 55% con asuntos relacionados con LGTB o ideología de género y, por último, un 51% respecto de la inmigración. Además, un 80% de la población considera que la corrección política representa “un problema”.
El matonismo de la corrección política funciona. Ya no hace falta censurar. Esa mayoría social se autocensura voluntaria y mansamente para no ser señalada. Es el triunfo más eficaz de esos destructores sociales que nos dominan: que la sociedad se autoimponga una mordaza contundente para que sus pensamientos más incorrectos no sean públicos.
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