LA FAMILIA, CÉLULA VITAL DE LA SOCIEDAD
III, (2). La subjetividad social de la familia
El amor y la formación de la comunidad de personas
225. La naturaleza del amor conyugal exige la
estabilidad de la relación matrimonial y su indisolubilidad. La falta de estos
requisitos perjudica la relación de amor exclusiva y total, propia del vínculo
matrimonial, trayendo consigo graves sufrimientos para los hijos e incluso
efectos negativos para el tejido social.
La estabilidad y la indisolubilidad de la
unión matrimonial no deben quedar confiadas exclusivamente a la intención y al
compromiso de los individuos: la responsabilidad en el cuidado y la promoción
de la familia, como institución natural y fundamental, precisamente en
consideración de sus aspectos vitales e irrenunciables, competen principalmente
a toda la sociedad.
La introducción del divorcio en las
legislaciones civiles ha alimentado una visión relativista de la unión
conyugal, “una verdadera plaga” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2385;
1650-1651; 2384)
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226. La Iglesia no
abandonada a su suerte aquellos que, tras un divorcio, han vuelto a contraer
matrimonio. La Iglesia ora por ellos, los anima en las dificultades de orden
espiritual que se les presentan y los sostiene en la fe y en la esperanza.
Por su parte, estas personas, en cuanto
bautizados, pueden y deben participar en la vida de la Iglesia: se les exhorta
a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la santa Misa, a
perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas
de la comunidad a favor de la just5icia y de la paz, a educar a los hijos en la
fe, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia para implorar la gracia de
Dios. -------------------------------------------
227. Las uniones
de hecho, cuyo número ha ido progresivamente aumentando, se basan sobre un
falso concepto de la libertad de elección de los individuos y una concepción
privada del matrimonio y de la familia. (Juan Pablo II,
Carta a las Familias, Gratissimam sane, 14)
El matrimonio no es un simple pacto de
convivencia, sino una relación con una dimensión social única respecto a las
demás, ya que la familia con el cuidado y la educación de los hijos, se
configura com el instrumento principal e insustituible para el crecimiento
integral de toda persona y para su positiva inserción en la vida social.
(Librería Editrice
vaticana, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, (III,
2) edición 2005, p. 128-129)
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