domingo, 30 de marzo de 2025

LA FAMILIA, CÉLULA VITAL DE LA SOCIEDAD
III, (2). La subjetividad social de la familia
El amor y la formación de la comunidad de personas

225.  La naturaleza del amor conyugal exige la estabilidad de la relación matrimonial y su indisolubilidad. La falta de estos requisitos perjudica la relación de amor exclusiva y total, propia del vínculo matrimonial, trayendo consigo graves sufrimientos para los hijos e incluso efectos negativos para el tejido social.

      La estabilidad y la indisolubilidad de la unión matrimonial no deben quedar confiadas exclusivamente a la intención y al compromiso de los individuos: la responsabilidad en el cuidado y la promoción de la familia, como institución natural y fundamental, precisamente en consideración de sus aspectos vitales e irrenunciables, competen principalmente a toda la sociedad.
      La introducción del divorcio en las legislaciones civiles ha alimentado una visión relativista de la unión conyugal, “una verdadera plaga”          (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2385; 1650-1651; 2384)

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226. La Iglesia no abandonada a su suerte aquellos que, tras un divorcio, han vuelto a contraer matrimonio. La Iglesia ora por ellos, los anima en las dificultades de orden espiritual que se les presentan y los sostiene en la fe y en la esperanza.

      Por su parte, estas personas, en cuanto bautizados, pueden y deben participar en la vida de la Iglesia: se les exhorta a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la santa Misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la comunidad a favor de la just5icia y de la paz, a educar a los hijos en la fe, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia para implorar la gracia de Dios.                            -------------------------------------------

 227. Las uniones de hecho, cuyo número ha ido progresivamente aumentando, se basan sobre un falso concepto de la libertad de elección de los individuos y una concepción privada del matrimonio y de la familia.  (Juan Pablo II, Carta a las Familias, Gratissimam sane, 14)

      El matrimonio no es un simple pacto de convivencia, sino una relación con una dimensión social única respecto a las demás, ya que la familia con el cuidado y la educación de los hijos, se configura com el instrumento principal e insustituible para el crecimiento integral de toda persona y para su positiva inserción en la vida social.
            (Librería Editrice vaticana, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, (III, 2) edición 2005, p. 128-129)

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