COMPRENDER LAS ESCRITURAS
El Antiguo Testamento
Lecturas previas: Mateo 5, 17-18 / Romanos
3, 1-4,12
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¿Qué es lo que un cristiano necesita saber sobre el
Antiguo Testamento? El primer versículo del Nuevo Testamento contesta a esta
pregunta:
“Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de
Abrahán” (Mateo 1,1)
A continuación, viene una larga lista de los
antepasados de Jesús, comenzando por Abrahán. Esta “genealogía” (palabra griega
que significa “estudio de los antepasados de una persona”) es un resumen de la
historia del Antiguo Testamento. Lo primero que debemos saber de Jesús, nos
dice Mateo, en su relación con el Antiguo Testamento.
Más aún, las palabras de Mateo son un eco del
Antiguo Testamento. En Génesis 5, 1 se dice: “Este es el libro de las
generaciones de Adán”. En la traducción griega del Antiguo Testamento
(utilizada por los primeros cristianos), la palabra “generaciones” es la misma
que la palabra” genealogía” utilizada por Mateo 1, 1, donde nos muestra que
Jesús es el nuevo Adán y que la historia que comenzó en Adán termina en Cristo.
Es necesario entender el Antiguo Testamento para
poder comprender el Nuevo, de la misma forma que necesitamos saber álgebra para
entender trigonometría.
El Antiguo Testamento es un conjunto de libros
formado por lo mejor de la literatura de Israel. Desde que el pueblo de Israel
fue constituido en el pueblo elegido de Dios, lo mejor de su literatura es algo
más que simple literatura humana: Es literatura inspirada por Dios.
En su conjunto, los libros del Antiguo Testamento
nos narran la historia del camino hacia la salvación, un camino que lleva
directamente al Nuevo Testamento, en el que se cumplen las promesas
hechas en el Antiguo.
El Nuevo Testamento cumple el Antiguo, esto es,
completa y lleva cumplimiento todas las promesas del Antiguo. No anula el
Antiguo. El Antiguo Testamento sigue siendo Sagrada Escritura igual que lo era
antes de la venida de Cristo. “Pensad que no he venido a abolir la Ley y los
Profetas” dijo Jesús en el Sermón de la Montaña (“la Ley y los Profetas” es la
expresión que la Tradición judía usaba en el Antiguo Testamento para designar
las Escrituras). “No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas, no
he venido a abolirlos sino a darles su plenitud. En verdad os digo que mientras
no pasen el cielo y la tierra, de la Ley no pasará ni la más pequeña letra o
trazo hasta que todo se cumpla” (Mateo, 5, 17-18).
En efecto, “el
fin principal de la economía antigua era preparan la venida de Cristo, redentor
universal”. “Aunque contienen elementos imperfectos y pasajeros”, los libros
del Antiguo Testamento dan testimonio de toda la divina pedagogía del amor
salvífico de Dios. “Contienen enseñanzas sublimes sobre Dios y una sabiduría
salvadora acerca del hombre, encierran tesoros de oración y esconden el
misterio de nuestra salvación” (DV 15),
(Catecismo n. 122) --------------------------
(Scott Hahn, Ph.
D. MEDWEST THEOLOGICAL FORUM/Editorial Edibesa,
Curso
para el estudio de la Biblia, capitulo 2/1, p. 2425)
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