IV. LA FAMILIA,
246. La
subjetividad social de las familias, tanto individualmente como asociadas, se
expresa también como manifestaciones de solidaridad y ayuda mutua, no sólo
entre las mismas familias, sino también mediante diversas formas de
participación en la vida social y política. Se
trata de la consecuencia de la realidad familiar fundada en el amor: naciendo
del amor y creciendo en él, la solidaridad pertenece a la familia como elemento
constitutivo y estructural.
Es una solidaridad que puede asumir el rostro del servicio y de la atención a cuantos viven en la pobreza y en la indigencia, a los huérfanos, a los minusválidos, a los enfermos, a los ancianos, a quien está de luto, a cuantos viven en la confusión, en la soledad o en el abandono.
Familia,
vida económica y trabajo
248. La familia que se da entre la familia y la vida económica es particularmente significativa. Por una parte, en efecto, la “eco-nomía” nació del trabajo doméstico: la casa ha sido por mucho tiempo, y todavía -en muchos lugares- lo sigue siendo, unidad de producción y centro de vida. El dinamismo de la vida económica, por otra parte, se desarrolla a partir de la iniciativa de las personas y se realiza, como círculos concéntricos, en redes cada vez más amplias de producción e intercambio de bienes, servicios, que involucran la forma creciente a las familias. La familia, por tanto, debe ser considerada protagonista esencial de la vida económica, orientada no por la lógica del mercado, sino según la lógica del compartir y de la solidaridad entre generaciones.
(Librería Editrice vaticana, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, edición 2005, p. 141-42)
***********************
No hay comentarios:
Publicar un comentario