TIERRA SANTA
Inaugurada el 25 de marzo de 1969 por el cardenal Garrone, quiere ser un verdadero monumento en honor del Verbo encarnado, realizado austeramente en severo cemento y columnas representativas de la M de María.
El conjunto se compone de patio central
con claustro en el que se han ido colocando mosaicos y cerámicas de
advocaciones marianas de diferentes naciones, una balconada que se asoma al
valle, la Basílica a dos niveles, y una zona arqueológica del poblado
evangélico, protegida por una amplia plataforma en la que se alza el baptisterio,
que queda separado de la Basílica al estilo de las catedrales medievales.
Al patio central se abren la fachada
principal, dedicada a Cristo Redentor, que recoge los textos bíblicos del
anuncio y realidad de la Encarnación, y la fachada sur, dedicada a María
adolescente, que lleva grabado el texto de la Salve Regina. Se accede a
la basílica inferior, a través de dos puertas de bronce con relieves de la vida
de Cristo y de Maria respectivamente. Otras dos puertas, en la fachada norte,
dan acceso a la basílica superior, desde la plaza del baptisterio. En ellas
están representadas las Iglesias judeocristiana y gentil.
La Basílica actual se asienta sobre los restos de la catedral cruzada, de la que se conserva el muro norte. Sus dimensiones son 68 m. por 29 m., con una longitud menor que la cruzada.
La iglesia inferior que alberga la Gruta de la Anunciación, fue concebida por el arquitecto como un ambiente que facilite la contemplación del misterio recordado en la inscripción latina del altar: “Verbum caro hic factum est", y a la vez, proteja los vestigios de los edificios precedentes, que acreditan la veneración y continuidad del culto: baptisterio judeocristiano del siglo II, gruta del diácono Canón, ábside de la iglesia bizantina con el mosaico de la corona, muro de la catedral cruzada, etc. La Gruta, exteriormente, aparece como un cubo rocoso, e interiormente de forma redondeada, con un ábside al estilo de las capillas rupestres.
La Capilla de Conón,
último pariente de Jesús de quien tenemos noticias, queda abierta a la
izquierda de La Gruta. Conón fue diácono de Jerusalén, martirizado en Asia
Menor durante la persecución de Decio (249-251), en cuya ocasión el mismo
manifestó: “Soy de la ciudad de Nazaret en Galilea. Soy de la parentela de
Cristo, al que rindo culto desde mis antepasados” (Eusebio HE 1,7,13-14).
La capilla representa un mosaico con monograma cristológico y el texto de la dedicación al
mártir.
Del edificio sinagogal que se construyó
delante de La Gruta, se encontraron 84 elementos y un baptisterio que se
relaciona con el culto por la basílica bizantina de tres naves, de la que se
conserva el ábside central y restos de mosaicos, entre lo que destaca el de la “corona”
de estilo constantiniano y el de la “cruz cósmica”. Los franciscanos en el
siglo XVII colocan en el interior de La Gruta el altar, que lleva el texto latino
“Verbum caro hic factum est”.
Una capilla lateral derecha está dedicada
al Santísimo; sus pinturas de estilo picasiano son obra del español Rafael Úbeda,
y representa el triunfo de la Eucaristía sobre el mal. La capilla lateral
izquierda, está dedicada a la presencia de los franciscanos en Tierra Santa.
El altar Mayor, de granito rojo, representa la barca de Pedro con sus velas, símbolo de la Iglesia; un artístico y elegante candelabro repite los mismos motivos.
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