viernes, 13 de diciembre de 2024

 PREPARACIÓN PARA LA CELEBLACIÓN
                                                  DE LA SANTA MISA
                   Obstáculos: el sentimentalismo. Romano Guardiani, capítulo 21/2, último
      El suceso que tuvo lugar en la Cena del Señor en Jerusalén y la muerte que sufrió el Señoren la Cruz -ambos misteriosamente asociados entre sí, como evidencian las palabras de la Institución de la Eucaristía- se actualizan incesantemente en la Santa Misa. Cristo ha dicho: “Haced esto en conmemoración mía”. La Iglesia ha recibido este mandato y lo cumple a
través de los siglos hasta el fin d ellos tiempos. ¿Pero de qué manera? ¿Cómo “hace esto"? En la figura austera del acto litúrgico.

      Para comprender mejor lo que estamos diciendo, deseamos preguntar lo siguiente: ¿qué configuración hubiera adoptado este “hacer”, si hubiese quedado confiado simplemente al sentimiento piadoso, el que muchas veces se equipara con el sentimentalismo? Para responder a esta pregunta, sólo tenemos que mirar los numerosos devocionarios existentes.

      En la Última Cena y en el Gólgota, cuando se tiene presente todo esto, se ven los esfuerzos que fueron necesarios para configurar alto tan noble, verdaderamente inspirados por Dios, como lo es la Santa Misa.

      En ella no hay ni calco ni contemplación sentimental. Lo que ocurrió en el Gólgota en general no aparece, sino que permanece fuera del conjunto. La acción está determinada por el acontecimiento de la Última Cena en el Cenáculo. Es probable que una de las tareas más importantes de la renovación religiosa sea redescubrir el ámbito del auténtico misterio y el comportamiento que ha de adoptarse ante él, que precisamente no tiene en sí nada de sentimental. Este comportamiento no sólo rehúsa mitigar con engaños lo que debe ser creído, más bien lo afirma en todo su rigor. Aquí, en el estilo propio de la liturgia, quizás es el único lugar en el que todavía subsiste y puede ser enseñada la verdadera disciplina del arcano.

      La forma de la Misa aspira a justamente lo contrario de aquello que pretende el sentimentalismo: ser conmovido y recurre a actos enternecedores, que permiten experimental lo horrendo o el desamparo; a palabras que brotan del sentimiento; a conversaciones ficticias, a imágenes estremecedoras, etc. Nada de esto se encuentra en la Misa, por eso el sentimental tiene la alternativa tanto de no relacionarse en ella con nadie y recluirse en devociones particulares o de adulterar su carácter y hacer de ella una forma enfermiza del misterio de la Pasión, o también puede tener la valentía de observarse a sí mismo y examinar sus propios sentimientos. Se debe superar el sentimentalismo, de lo contrario, no se establece una relación correcta con la Santa Misa. El individuo debe renunciar de entrada a juzgarla de acuerdo con su sentimiento y deseo personales, porque ella es la estructura configurada por la Iglesia para cumplir el mandato del Señor.

    En consecuencia, quien cree realmente, es decir, quien quiere obedecer a la revelación, también tiene que hacerlo aquí y someter su sentimiento a esta regla. Para el que aquí está obrando, será evidente una vida completamente distinta de la de su propia individualidad, ya que se encontrará con sentimiento que provienen de las profundidades de Dios, la interioridad de Cristo le saldrá al encuentro y experimentará las fuerzas que actúan en el interior de la Iglesia.

          (Romano Guardini, Celebración de la Santa Misa / Obstáculos: el sentimentalismo, 21/2 último, p. 81-83)

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