viernes, 16 de mayo de 2025

LA FAMILIA, CÉLULA VITAL DE LA SOCIEDAD
b. (2). La familia es el santuario de la vida

  233.  En cuanto a los “medios” para la procreación responsable, se han de rechazar como moralmente ilícitos tanto las esterilizaciones como el aborto (Pablo VI, Humanae vitae, 7: AA 60 (1968). Este último, en particular, es un delito abominable y constituye siempre un desorden moral particularmente grave (Vaticano, Gaudium et spes 51 (1966) lejos de ser un derecho, es más bien un triste fenómeno que contribuye gravemente a la difusión de una mentalidad contra la vida, amenazando peligrosamente la convivencia social justa y democrática. (Juan Pablo II, Carta a las Familias Gratissimam sane, 21: AAS 86 (1994) (Catecismo Iglesia Católica, 2273).

      Se ha de rechazar también el recurso a los medios contraceptivos en sus diversas formas. Este rechazo deriva de una concepción correcta e íntegra de la persona y de la sexualidad humana, y tiene el valor de una instancia moral en defensa del verdadero desarrollo de los pueblos. (Humanae vitae, 485; Familiaris consortio 74, etc.).

       Las mismas razones de orden antropológico, justifican, en cambio, como lícito el recurso a la abstinencia en los periodos de fertilidad femenina. Rechazar la contracepción y recurrir a los métodos naturales de regulación de la natalidad comporta la decisión de vivir las relaciones interpersonales entre los cónyuges con recíproco respeto y total acogida; de ahí derivarán también consecuencias positivas para la realización de un orden social más humano.

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 234. El juicio acerca del intervalo entre los nacimientos y el número de los hijos corresponde solamente a los esposos. Este es uno de sus derechos inalienables, que ejercen ante Dios, considerando los deberes para consigo mismos, con los hijos ya nacidos, la familia y la sociedad. (C. Vaticano Gaudium et spes 50) La intervención del poder público, en el ámbito de su competencia, para la difusión de una información apropiada y la adopción de oportunas medidas demográficas, debe cumplirse respetando las personas y la libertad de las parejas: no puede jamás sustituir sus decisiones, tanto menos lo pueden hacer las diversas organizaciones que trabajan en este campo (Catecismo Iglesia Católica n. 2372)

      Son moralmente condenables, como atentados a la dignidad de la persona y de la familia, los programas de ayuda económica destinados a financiar campañas de esterilización y anticoncepción o subordinados a la aceptación de dichas campañas.

      La solución de las cuestiones relacionadas con el crecimiento demográfico se debe buscar, más bien, respetando contemporáneamente la moral sexual y la social, promoviendo una mayor justicia y una auténtica solidaridad para dar en todas partes dignidad a la vida, comenzando por las condiciones económicas, sociales y culturales.

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           (Librería Editrice vaticana, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, (b, 2) edición 2005, p. 133-134)

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