COMPRENDER LAS ESCRITURAS
¿Qué es la Biblia?
Lo que los católicos creen sobre la Biblia
§ La palabra
inspirada de Dios nos llega por la Sagrada Escritura.
§ La palabra viva
de Dios nos llega por la Tradición viva de la Iglesia.
§ La palabra
infalible de Dios, tal como nos ha sido transmitida por la Escritura y la
Tradición ha sido encomendada únicamente al Magisterio vivo del a Iglesia, que
ejerce su autoridad en nombre de Jesucristo.
La Sagrada Escritura está
inspirada y no contiene error: “inspirada” (que viene de una palabra que
significa “dar aliento”) significa que Dios mismo guio a los autores que
escribieron los libros de la Biblia. La inteligencia de estos autores fue
iluminada directamente por la acción del Espíritu Santo para que escribieran
sólo y exclusivamente aquello que Dios quería. Este proceso tuvo lugar a lo
largo de miles de años. El Espíritu movió a estos autores, sin limitar en modo
alguno su libertad, a escribir lo que guardaban en su inteligencia. Aunque Dios
es el principal autor de las Escrituras, los autores humanos son también
verdaderos autores, porque actuaron como instrumentos subordinados, libres e
inteligentes del Espíritu Santo.
“Sin error” significa que no
puede equivocarse: propiamente indica que la Escritura siempre enseña la
verdad, nunca el error. “Pues, como todo lo que los autores inspirados o
hagiógrafos afirman, debe tenerse como afirmado por el Espíritu Santo, hay que confesar
que los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error,
la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra
salvación” (DV 11).
Leer la Sagrada Escritura es, de
alguna manera, como recibir la Eucaristía. En ambos casos la Palabra de Dios
viene directamente a nosotros. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña:
la Iglesia ha venerado siempre las divinas Escrituras como venera también el
Cuerpo del Señor. No cesa de presentar a los fieles el Pan de vida que se
distribuye en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo” (CIgC 103).
Para el católico, la Palabra de
Dios goza de máxima autoridad. Pero las Escrituras no son la única fuente de la
Palabra de Dios, Así no lo enseñan las mismas Escrituras.
En la Segunda Carta a los
Tesalonicenses 2,15, San Pablo recuerda a los creyentes de Tesalónica que deben
guardar las tradiciones que los apóstoles le han transmitido por escrito o de
palabra. “Por eso hermanos, manteneos firmes y observad las tradiciones que
aprendisteis, tanto de palabra como por carta nuestra”. La Sagrada Escritura y
la Sagrada Tradición -la Tradición oral- forman una sola fuente por la que la
Palabra de Dios llega a nosotros.
La interpretación verdadera de
ambas -Sagrada Escritura y Sagrada Tradición- se realiza mediante la enseñanza
infalible de la Iglesia, el Magisterio. “Infalible “quiere decir que, por la
ayuda divina del mismo Cristo, la Iglesia no puede enseñar errores en
materia de fe.
La asistencia
Divina es también concedida a los sucesores de los apóstoles, cuando enseñan en
comunión con el sucesor de Pedro (y, de una manera particular, el obispo de
Roma, Pastor de toda la Iglesia), aunque sin llegar a una definición infalible
y sin pronunciarse de una “manera definitiva”, proponen en el ejercicio del
magisterio ordinario, una enseñanza que conduce a un mejor entendimiento de la
Revelación en materia de fe y de moral. A esta enseñanza ordinaria, los fieles
deben “adherirse… con espíritu de obediencia religiosa” (LG 25) que, aunque
distinto del asentimiento de la fe, es una prolongación de él. (CLgC 892)
¿Qué
quiere decir que la Biblia esta divinamente inspirada? Esto significa
que Dios es el autor principal de la Escritura y que los autores humanos son
también verdaderos autores. Estos autores sagrados fueron instrumentos del
Espíritu Santo, instrumentos libres, inteligentes y subordinados a Él. Por
ello, cada libro de la Biblia está inspirado y puede decirse que es al mismo
tiempo obra de Dios y del autor humano. No hay nada en la Sagrada Escritura que
no esté inspirado por Dios. “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para
enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia” (2 Tm 3,16)
(Scott Hahn, Ph. D. MEDWEST THEOLOGICAL FORUM/Edibesa, Curso para el estudio de la Biblia, capitulo 1/3, p. 7-8)
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