jueves, 12 de junio de 2025

COMPRENDER LAS ESCRITURAS
¿Qué es la Biblia?
Lo que los católicos creen sobre la Biblia 

§  La palabra inspirada de Dios nos llega por la Sagrada Escritura.

§  La palabra viva de Dios nos llega por la Tradición viva de la Iglesia.

§  La palabra infalible de Dios, tal como nos ha sido transmitida por la Escritura y la Tradición ha sido encomendada únicamente al Magisterio vivo del a Iglesia, que ejerce su autoridad en nombre de Jesucristo.

La Sagrada Escritura está inspirada y no contiene error: “inspirada” (que viene de una palabra que significa “dar aliento”) significa que Dios mismo guio a los autores que escribieron los libros de la Biblia. La inteligencia de estos autores fue iluminada directamente por la acción del Espíritu Santo para que escribieran sólo y exclusivamente aquello que Dios quería. Este proceso tuvo lugar a lo largo de miles de años. El Espíritu movió a estos autores, sin limitar en modo alguno su libertad, a escribir lo que guardaban en su inteligencia. Aunque Dios es el principal autor de las Escrituras, los autores humanos son también verdaderos autores, porque actuaron como instrumentos subordinados, libres e inteligentes del Espíritu Santo.

“Sin error” significa que no puede equivocarse: propiamente indica que la Escritura siempre enseña la verdad, nunca el error. “Pues, como todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman, debe tenerse como afirmado por el Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación” (DV 11).

 Leer la Sagrada Escritura es, de alguna manera, como recibir la Eucaristía. En ambos casos la Palabra de Dios viene directamente a nosotros. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña: la Iglesia ha venerado siempre las divinas Escrituras como venera también el Cuerpo del Señor. No cesa de presentar a los fieles el Pan de vida que se distribuye en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo” (CIgC 103).

 Para el católico, la Palabra de Dios goza de máxima autoridad. Pero las Escrituras no son la única fuente de la Palabra de Dios, Así no lo enseñan las mismas Escrituras.

 En la Segunda Carta a los Tesalonicenses 2,15, San Pablo recuerda a los creyentes de Tesalónica que deben guardar las tradiciones que los apóstoles le han transmitido por escrito o de palabra. “Por eso hermanos, manteneos firmes y observad las tradiciones que aprendisteis, tanto de palabra como por carta nuestra”. La Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición -la Tradición oral- forman una sola fuente por la que la Palabra de Dios llega a nosotros.

 La interpretación verdadera de ambas -Sagrada Escritura y Sagrada Tradición- se realiza mediante la enseñanza infalible de la Iglesia, el Magisterio. “Infalible “quiere decir que, por la ayuda divina del mismo Cristo, la Iglesia no puede enseñar errores en materia de fe.

 La asistencia Divina es también concedida a los sucesores de los apóstoles, cuando enseñan en comunión con el sucesor de Pedro (y, de una manera particular, el obispo de Roma, Pastor de toda la Iglesia), aunque sin llegar a una definición infalible y sin pronunciarse de una “manera definitiva”, proponen en el ejercicio del magisterio ordinario, una enseñanza que conduce a un mejor entendimiento de la Revelación en materia de fe y de moral. A esta enseñanza ordinaria, los fieles deben “adherirse… con espíritu de obediencia religiosa” (LG 25) que, aunque distinto del asentimiento de la fe, es una prolongación de él. (CLgC 892)

 ¿Qué quiere decir que la Biblia esta divinamente inspirada? Esto significa que Dios es el autor principal de la Escritura y que los autores humanos son también verdaderos autores. Estos autores sagrados fueron instrumentos del Espíritu Santo, instrumentos libres, inteligentes y subordinados a Él. Por ello, cada libro de la Biblia está inspirado y puede decirse que es al mismo tiempo obra de Dios y del autor humano. No hay nada en la Sagrada Escritura que no esté inspirado por Dios. “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia” (2 Tm 3,16)

     (Scott Hahn, Ph. D. MEDWEST THEOLOGICAL FORUM/Edibesa, Curso para el estudio de la Biblia, capitulo 1/3, p. 7-8)

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