Los bárbaros no se presentan como
hombres rudos y violentos, capaces de destrozar todo lo que aparece a su paso.
No… Son sutiles, aparentes y sagaces. Viven dentro de nuestras fronteras y no
se les consideran una amenaza para mantener nuestra forma de vida, aunque son
profetas de la mentira.
Los bárbaros necesitan crear las
condiciones para que los ciudadanos se conviertan en semi-esclavos. Los bárbaros-globalitarios
sacarán un buen rédito económico al tener una población con necesidades de
consumo y poca capacidad de ponerse límites, mientras que los bárbaros de la
izquierda revolucionaria contarán con una población sumisa y distraída, ideal
para deconstruir la sociedad de arriba abajo, y poder crear a un “hombre nuevo”
que encarne las aspiraciones de un nuevo Edén en la tierra.
La alianza de estos dos tipos de bárbaros
tiene una hoja de ruta común: dividir, fragmentar, trocear, quebrar, romper…
sólo de esta manera podrán conseguir sus objetivos.
Necesitan romper naciones y fragmentarlas
en pequeños Estados para poderlas controlar mejor. Precisan dividir las
sociedades y enfrentarlas para pescar abundantemente en río revuelto. Requieren
comunidades humanas con escasos vínculos para, aislando a las personas,
dominarlas con facilidad.
Quieren individuos cada vez más frágiles, subordinados y con adicciones. Para ello impulsan el desmantelamiento de la familia, favoreciendo su desestructuración y división. Crean dudas de identidad desde la más tierna infancia para incrementar los sujetos que tendrán problemas a lo largo de su existencia. Empujan una lucha de sexos para crear desconfianza entre hombres y mujeres. Otra lucha entre razas señalando siempre a los blancos como verdugos. Extensión de una paga universal para crear dependientes económicos de por vida… En fin: enfrentar y fomentar el odio entre iguales para fabricar una sociedad dividida, cuyos hombres y mujeres estén asilados entre sí, y no puedan rebelarse ante un Poder que impone una nueva manera de vivir.
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