viernes, 30 de agosto de 2024

Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico, del 1 al 7 de septiembre 2024
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              El cristiano, coherente y con principios
    Un cristiano es una persona que ya se ha marchado unas directrices. Sabe que 
el fin de su vida es amar a Dios y servir a los demás. Y tiene, por eso, en la 
inteligencia, los criterios fundamentales para orientar su conducta. No puede dejarse 
llevar por cualquier género de comportamiento que le venga impuesto, sino que tendrá 
que valorar sí aquello es o no coherente con los principios de su fe. Es decir, debe
formarse un juicio moral de cómo tiene que conducirse, a la luz de los principios 
que posee en su inteligencia.  (Juan Luis Lorda, Para ser cristiano, p.111, colección Patmos n. 204)
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                               ciclo B – año par, Tiempo Ordinario
Día 01. DOMINGO de la XXII semana.
San Josué, Patriarca del Antiguo Testamento
Catecismo, Decidir en conciencia. El juicio erróneo, n. 1786-1794

Día 02. lunes de la XXII semana.
San Antolín de Pamiers, mártir, siglo IV
Cat. Carácter comunitario de la vocación humana, n. 1878-1885

Día 03. martes, San Gregorio Magno, papa y doctor de la Iglesia, siglo VII
Cat. La conversión y la sociedad, n. 1886-1889

Día 04. miércoles de la XXII semana.
Santa Rosalía, ermitaña, siglo XII
Cat. La autoridad, n. 1897-1904

Día 05. jueves de la XXII semana.
Santa Teresa de Calcuta, Fundadora, siglo XX
Cat. El bien común, n. 1905-1912

Día 06, viernes de la XXII semana.
San Bertrán de Garrigue, presbítero dominico, siglo XII
Cat. Responsabilidad y participación, n. 1913-1917

Día 07. sábado de la XXII semana.
Santa Regina, mártir, siglo II
Cat. El respeto de la persona humana, n. 1929-1933
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   Acabo de publicar en el blog, la nueva versión de:
DOS MIL AÑOS DE CRISTIANISMO, siglo XV. Comprende 135 p. se
puede ver e imprimir en Los enlaces de mi blog, PDF, como así también,
los siglos anteriores. (y hacer el uso que se considere)

                blog, Buena Pista, htpps://ramonbertrand.blogspot.com
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domingo, 25 de agosto de 2024

 Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico, del 25 al 31 de agosto 2024
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Sólo el conocimiento de Dios nos hace felices
     ¿Acaso, Señor Dios de verdad (Salmo 30,6), todo el que sabe esas cosas ya te 
agrada a ti? Desgraciado, en verdad, el hombre que sabetodas estas cosas, 
pero no te conoce a ti; dichoso, en cambio, aquel que te conoce, aunque las ignore. 
En cuanto al que conoce las cosas y también te conoce a ti, no es más feliz por 
ellas, sino solamente es feliz por ti, si conociéndote, te glorifica como a Dios y 
te da gracias y no se envanece en sus pensamientos. (cf. Rom 1,21)
                   (Agustín de Hipona, Confesiones, Biblioteca Patrística, p. 157)
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                ciclo B – año par, Tiempo Ordinario
Día 25. DOMINGO de la XXI semana.
San José de Calasanz, presbítero y fundador, siglo XVII
Catecismo, La doxología final, n. 2855-2856
                      
Día 26. lunes, Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars
Fundadora de las Religiosas Hermanitas de los Ancianos
Desamparados, siglo XIX
Cat. La vida de Cristo, n. 1691-1698
 
Día 27. martes, Santa Mónica, madre de san Agustín, siglo IV
Cat. Libertad del hombre, n. 1730-1738
 
Día 28. miércoles, San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia
Cat. La libertad en la Economía de la salvación, n. 1739-1742
 
Día 29. jueves, Martirio de san Juan Bautista, siglo I
Cat. La moralidad de los actos humanos, n. 1749-1756
 
Día 30, viernes de la XXI semana.
San Pedro de Trevi, eremita, siglo XI
Cat. La conciencia moral: el dictamen de la conciencia, n. 1776-1782
 
Día 31. sábado de la XXI semana.
San Ramón Nonato, cardenal, siglo XIII
Cat. La formación de la conciencia, n. 1783-1785
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-Preparación santa Misa:
       La palabra suplicante, capítulo 17 (páginas: formación)
-Por qué leer y releer a los clásicos, relato 3, final (páginas: divulgación)
-La Biblia: El profeta Isaías (páginas: libros de interés)
        blogBuena Pista, htpps://ramonbertrand.blogspot.com
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viernes, 23 de agosto de 2024

SAGRADA BIBLIA – LIBROS PROFÉTICOS
ISAÍAS (YESHAYAHU: “EL SEÑOR SALVA”)

      En la Biblia cristiana el libro de Isaías es el primero de los cuatro profetas mayores, no solo porque Isaías vivió antes que los otros tres, sino también porque el libro que contiene sus oráculos es, tal vez, el más importante de los escritos proféticos. De este se dice en el libro del Eclesiástico que vivió en tiempos de Ezequías, rey de Judá (716-687 a.C.), vio el fin de los tiempos y consoló a los “afligidos de Sión”, es decir, a los desterrados a Babilonia (cf. Si 48,26-28). También la Biblia hebrea es el primero de los profetas “posteriores”, es decir, precede a Jeremías y a Ezequiel y a los doce profetas menores.
      Isaías es el libro del Antiguo Testamento más citado en el Nuevo, después de los Salmos. Es, asimismo el que anuncia con más claridad a Jesucristo y la economía cristiana: “Tan es así, que algunos dicen que es más evangelista que profeta (S. Agustín, De civitate Dei 18,29,1)

                              “Mirad, la virgen está en cinta y dará a luz un hijo,
                                a quien pondrán por nombre Enmanuel” (Is 7,14)

1, Estructura y síntesis del contenido. Al comienzo del libro se señala que las visiones y oráculos del profeta tuvieron lugar en tiempo de los reyes de Judá, desde el reinado de Ozías hasta el de Ezequías (1,1). En otros lugares el libro expone sucintamente las relaciones del profeta con los reyes Ajaz y Ezequías, y da cuenta de los acontecimientos históricos en los que se encuadran los oráculos que pronunció (7,1-17; 36,1)

2, Composición y marco histórico. Por los contextos históricos aludidos que refleja la redacción actual del libro, es lógico pensar que su composición se desarrolla en un marco histórico de más de dos siglos, desde el año 733 a.C. (año de la muerte del rey Uzías y comienzo del ministerio profético de Isaías) hasta los tiempos que siguieron a la vuelta de los exiliados de Babilonia, esto es, hacia el 225 a.C.

3, Enseñanz
a. De entre los libros del Antiguo Testamento, el de Isaías es uno d ellos más importantes por su enseñanza y su doctrina sobre Dios, sobre el hombre y sobre la salvación.
      El libro refleja la paradoja de la historia dramática y venturosa del pueblo de Dios durante algo más de dos siglos. Además, con palabras de san Jerónimo en su Prólogo a Isaías, este “libro es como un compendio de todas las Escrituras”. Podrían añadirse textos de Isaías prácticamente para cada punto de la doctrina cristiana. A la vez, Isaías abre amplios horizontes hacia la plenitud de la Revelación en el Nuevo.
      Sin embargo, a la hora de elegir las cuestiones más significativas, habría que acudir a los motivos que recorren todo el libro: la trascendencia de Dios – la ofensa que supone contra Él el pecado del hombre – el mesías futuro – la universalidad de la salvación y la esperanza escatológica.

4, El libro de Isaías a la luz del Nuevo Testamento. El libro de Isaías es citado explícitamente en noventa ocasiones en el Nuevo Testamento, siendo las citas implícitas más de cuatrocientas. En el origen de este uso tan frecuente está probablemente la aplicación que hizo Jesús de las palabras del profeta a los acontecimientos de su vida.

> En la sinagoga de Nazaret, se aplicó a sí mismo las palabras de Is 61,1-2:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por lo cual me ha ungido…” (Lc 4,16-18).

> Otras veces el Señor vio cumplidas en las vicisitudes de su actividad las palabras del profeta: así ocurre, por ejemplo, con la incomprensión de su enseñanza en parábolas por parte de las autoridades 
(Mt 13,14ss).

> Pero es especialmente en los acontecimientos de la Pasión donde Jesús se presentó a sí mismo como el Hijo del Hombre que “no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en redención de muchos” (Mt 20,28); como el siervo sufriente del que se decía, cargó sobre ´´el las rebeldía del pueblo elegido y de todos los hombres (Is 53,4-5); a partir de su muerte en la cruz y de su resurrección, los Apóstoles entendieron que en Jesús se habían cumplido aquellos oráculos sobre el Sirvo del Señor. Así, al narrar la pasión del Señor los evangelistas parece que tienen delante los poemas del Siervo sufriente par amostrar el valor expiatorio de la muerte de Cristo. (Mt 26,63; 27,13-14; Is 53,7; Mt 27,38; Is 5312).

      El libro de Isaías es -también en este caso después de los Salmos- el texto del Antiguo Testamento con más presencia en la Liturgia. En algunos momentos del ciclo litúrgico -como Adviento o Navidad-Isaías ocupa casi tres cuartas partes del anuncio profético del Antiguo Testamento.

        (Publicación, LIBROS PROFÉTICOS, autor Fernando Milán, Ediciones Universidad de Navarra, p. 55-72)

jueves, 22 de agosto de 2024

 

PREPARACIÓN PARA LA CELEBLACIÓN
DE LA
 SANTA MISA: La palabra suplicante
Romano Guardiani, capítulo 17 

        En sentido estricto, la oración de alabanza se opone a la oración de súplica. Encontramos esta última ante todo en tres momentos: en la llamada oración colecta después del Gloria, en la oración secreta después del ofertorio y en la oración de Postcomunión después de la antífona de comunión.

      También en la plegaria eucarística, justamente en las diferentes peticiones que se hacen antes y después de la consagración y en el epilogo del Padrenuestro. Aquí debemos ocuparnos en particular de la oración que aparece en los tres momentos mencionados en primer término y que es designada con el expresivo término de “Oraciones”.

      Estamos tratando de algo importante, lo prueba la introducción que precede a estas oraciones: El sacerdote besa el altar -lo cual expresa un contacto muy íntimo con el lugar en el que Dios está junto a nosotros-, luego se dirige al pueblo y, separando solemnemente las manos dice: “El Señor esté con vosotros”, a lo que el pueblo responde: “Y con tu espíritu”. Son las mismas palabras de recogimiento y de fortalecimiento que ya encontramos antes del Prefacio. Luego el sacerdote dice: “Oremos”, y continúa la oración. La introducción es aun más solemne en la Oración sobre las ofrendas. En ésta, el sacerdote dice primero: “Orar hermanos”, y luego prosigue: para que este sacrificio mío y vuestros sea agradable a Dios, Padre todopoderoso”, y se responde: “El Señor reciba de tus manos este sacrificio para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia”. Tras esta preparación, continúa la oración sobre las ofrendas que han sido puestas en el altar.

      En principio, la forma de estas oraciones nos causa una impresión extraña. Nuestras oraciones suelen ser más ricas en palabras, contienen más sentimiento, y el estado personal del orante se expresa en ellas muy directamente. Es verdad que las oraciones de la Misa no son todas tan austeras como las mencionadas, que provienen de épocas muy tempranas, pero su carácter es más o menos el mismo. Estas oraciones de la misa, no provienen del sentimiento personal del individuo, sino de la conciencia de la comunidad, mejor dicho, de la Iglesia. Ellas son oficiales, del deber, de la responsabilidad.

      Esa piedad tiene una profunda relación con nosotros; es una piedad objetiva y constituye para nosotros, que caemos fan fácilmente en el individualismo y en el intimismo exacerbado, una confirmación y un complemento importante.

      ¿Hay un orden que guía? Cualquiera sea su contenido, todas las oraciones concluyen con una frase particular, la llamada cláusula, que está concebida en estos términos: “…por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos”. Aquí aparece claramente el orden por el cual tiene su fundamento en la relación que existe entre la meta, el camino y la fuerza con la cual se recorre este último. La meta del Padre, a él se dirige la oración que busca su rostro, el camino es Cristo y la fuerza es el Espíritu Santo.

      Todo esto es muy importante, porque en ello se expresa el orden de la existencia cristiana. Este orden es tan verdadero y esencial, que realmente no somos consciente de él. Es el orden de la verdad y del amor en el que Dios mismo vive y según el cual ha creado y redimido al mundo. Él nos llama nuevamente a insertarnos en este orden, y según ese orden también debe perfeccionarse nuestra oración.     

           (Romano Guardini, Celebración de la Santa Misa / La palabra alabanza, capítulo 17 p. 65-69)

martes, 20 de agosto de 2024

 Por qué leer y releer a los clásicos
por Luis Daniel González / Aceprensa

      El “lector que procure encontrar en la vida de Shakespeare el origen de sus obras está condenado al fracaso”, advierte Carlos Gamero en Borges y los clásicos: su talento estuvo en transmutar las “triviales cosas terribles que todo hombre conoce (…) en fábulas, en personajes mucho más vividos que el hombre gris que los soñó”. Se podría decir, como hace Borges, que la infinita variedad de la obra de Shakespeare no nació de la plenitud o la abundancia, sino de la carencia. En cambio, observa Gamero, “Cervantes tuvo una vida llena de incidentes y aventura: fue soldado en Italia, peleó en la batalla de Lepanto, fue capturado por los piratas y pasó cinco años cautivo en Argel, donde encabezó cuatro fallidos intentos de fuga y sobrevivió a todos, todavía no sabemos cómo (…) Y, sin embargo, cuando se decide a escribir, ¿sobre qué escribe? Sobre un viejo hidalgo que nunca salió de la aldea, y que pasó toda la vida en su biblioteca leyendo libros de aventuras: una figura inversa a la de su autor”. Por eso puede decir Andrés Trapiello que a nadie le conviene más que a Cervantes algo que Thomas Mann “aplicaba a la literatura en general (…): La tarea del novelista no es narrar grandes acontecimientos, sino hacer interesantes los pequeños” (Las vidas de Miguel de Cervantes)
 
      Otro pensamiento de interés es de que si Dante había construido una epopeya para terminar con las epopeyas -pues la epopeya exige un tiempo mítico, escenarios grandiosos, un héroe sin fisuras psicológicas, lo que resulta irreconciliable con la introspección que propicia el cristianismo-, Cervantes construye una novela de caballerías. Sin embargo, asombrosamente, anota Borges, “si hoy se recuerdan nombres tales como Palmerín de Inglaterra, Tirant lo Blanc, Amadís de Gaula y otros, es porque Cervantes se burló de ellos” y gracias a él “de algún modo esos nombres ahora son inmortales”. En fin, conjetura y propone Dostoievski, “no sé lo que enseñan ahora en las clases de literatura, pero el conocimiento del Quijote, el libro más grande y más triste de cuantos ha creado el genio humano, elevaría sin duda el alma de los jóvenes merced a la grandeza de su pensamiento, despertaría en su corazón profundos interrogantes y contribuiría a apartar su espíritu de la adoración de eterno y estúpido ídolo de la mediocridad, la fatuidad autosatisfecha y la insulsa sensatez” (Diario de un escritor).

Leer para comprender
      Para terminar, viene bien recordar, con palabras de Roland Barthes en Variaciones sobre la literatura, que para leer a “clásicos” como estos “todos los móviles son buenos, pues no engañan, no abusan y no decepcionan; por lo tanto, incluso podemos recomendar su lectura por vanidad. Luego, hay que leerlos con un propósito muy personal”: el de ir a buscar, “bajo la generalidad de su arte, la flecha que me dispararon a través de los siglos”. Se suele afirmar, dice también Barthes, “que los clásicos son eternos. Lo son, pero (…) no tanto por haber encontrado la verdad, como sobre todo por haberla dicho bien, es decir, incompletamente; pues este es un hábil medio de respetarla. Un clásico no lo dice todo, ni mucho menos (…); dice un poco más de lo evidente, e incluso el suplemento de desconocimiento lo dice como si fuese evidente (…). Pero eso hace pensar, pensar indefinidamente”. Además, los clásicos “enseñan sobre todo que escribir bien es inseparable de pensar bien”.

      Podemos añadir que, aunque todos los motivos para leer un “clásico” sean buenos o, más bien, válidos, quizá debemos leerlos y difundirlos para cubrir una necesidad muy propia de nuestro tiempo: la de que dice Nicolás Gómez Dávila, “sólo las letras antiguas curan la sarna moderna”, o, de otro modo, la de que quien “no confronta su vida a través de los grandes textos, la confronta a través de los tópicos de su tiempo (Escolios a un texto implícito). También Kafka dice algo parecido a Gustav Janouch “Se lastra usted demasiado con cosas efímeras. La mayoría de estos libros modernos no son más que trémulos reflejos del hoy que se apagarán enseguida. Debería leer libros más antiguos. A los clásicos (…) Lo antiguo vuelve hacia el exterior su valor más íntimo: perdura. Lo únicamente nuevo es la caducidad misma, que hoy se presente hermosa para mañana parecer ridícula. Es el camino de la literatura” (Conversaciones con Kafka). Con todo, si tuviera que dar un motivo para leer y releer a los grandes clásicos, sin duda el mejor motivo, siempre apostaría por el que da Hannah Arendt cuando explica qué la movía en su trabajo: el deseo de comprender.

                 El mejor motivo para leer a los grandes clásicos es el deseo de comprender

(ACEPRENSA, julio-agosto 2024, nº 31-32, p. 9-10) relato n. 3, último

domingo, 18 de agosto de 2024

Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico, del 18 al 24 de agosto 2024
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EL ATRACTIVO DE LA VERDAD
     “En muchas ocasiones, la difusión de falsedades encuentra en el silencio 
cómplice de muchos su principal aliado. No es igual decir la verdad que mentir, 
y no es más inteligente el que engaña. Nuca la obtención de un fin bueno justifica 
una mentira, nunca es licito manipular la realidad. Todos tenemos la obligación 
moral de custodiar y proteger la verdad en cualquier situación y circunstancia.
La verdad es un bien decisivo e imprescindible a la hora de formar una sociedad 
sana y ética”.                          (Ignacio Danvila. La Tercera de ABC, 9 agosto 2024
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                ciclo B – año par, Tiempo Ordinario
Día 18. DOMINGO de la XX semana.
Santa Elena de Constantinopla, Reina, siglo IV
Catecismo, “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” n. 2822-2827
                      
Día 19. lunes de la XX semana.
San Juan Eudes, Fundador Congregación de Jesús y María, siglo XVII
Cat. “Danos hoy nuestro pan de cada día”, 2828-2837
 
Día 20. martes, San Bernardo, abad y doctor de la Iglesia, siglo XII
Cat. “Perdona nuestras ofensas como también…, n. 2838-2841
 
Día 21. miércoles, San Pío X, Papa, siglo XIX
Cat. Como también nosotros perdonamos…, n. 2842-2845
 
Día 22. jueves, BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA REINA.
Cat. “No nos dejes caer en la tentación”, n. 2846-2849
 
Día 23, viernes de la XX semana.
Santa Rosa de Lima, primera santa de América, siglo XVII
Cat. “Y líbranos del mal”, n. 2850-2854
 
Día 24. sábado, San Bartolomé, apóstol, fiesta, siglo I
Cat. La misión de los Apóstoles, n, 858-860
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-Historia de Palestina, capítulo 33 (páginas: divulgación)
-Por qué leer y releer a los clásicos, relato 2, continúa (páginas: divulgación)
        blogBuena Pista, htpps://ramonbertrand.blogspot.com
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jueves, 15 de agosto de 2024

HISTORIA DE PALESTINA

Pentápolis Filistea

El episodio de las puertas de Gaza. Fue Sansón a Gaza, donde había una meretriz, a la cual entró. Se dijo a los de Gaza: Ha venido aquí Sansón, y le cercaron, estando toda la noche al acecho junto a la puerta de la ciudad, y se mantuvieron callados toda la noche con esta consigna al despuntar la mañana le mataremos. Sansón estuvo acostado hasta media noche. A media noche se levantó. Y tomando las dos hojas de la puerta de la ciudad con las jambas y el cerrojo, se las echó al hombro y las llevó a la cima del monte que mira hacia Hebrón…     Sansón fue sacado de la cárcel y tuvo que bailar con ellos. Habiánle puesto entre las columnas y Sansón dijo al mozo que a hacía de lazarillo: Déjame tocar la columna que sostienen la casa para apoyarme.

      Estaba la casa llena de hombres y mujeres. Allí estaban los príncipes de los filisteos y había sobre el techo más de tres mil personas… Entonces invocó Sansón a Yavé, diciendo: Señor Yavé, acuérdate de mí; devuélveme la fuerza sólo por esta vez, para que ahora me vengue de los filisteos… Sansón se agarró a las dos columnas y haciendo fuerzas sobre ellas dijo: ¡Muera yo con los filisteos! Tan fuertemente sacudió las columnas, que la casa de hundió sobre los príncipes de los filisteos y sobre todo el pueblo que allí estaba (Jc 16).

 Ascalón. Antigua ciudad comercial cananea, citada por los más famosos documentos egipcios, de los siglos XVIII y XV, a.C., fue importante ciudad filistea, en plena Vía Maris.

      Los asirios se la arrebataron a los egipcios en el s. VII a.C. y se convierte en activo puerto durante el dominio persa. En 332 la conquista Alejandro Magno. Fue ciudad nabatea donde nace Herodes el Grande, que la fortificará y embellecerá con baños y un teatro. Su mayor importancia radicó en su comercio de vinos. Durante el período bizantino conviven en ella comunidades judías, cristianas y paganas, y la historia ha hecho constar que su obispo asistió al Concilio de Nicea. Fortificada por los musulmanes el 665, Balduino II se la arrebató el año 1135. Bibars la destruiría con tal empeño, que quedaría olvidada hasta el s. XIX, en que el Pachá de Jafa la excavó en busca de tesoros.
      Grandes industrias modifican la fisonomía de la nueva Ascalón, con sus 80.000 hab. En ella termina el oleoducto Eilat.Ascalón. la costa es lugar propicio para los hoteles que la jalonan, playas y campings. La calle principal está dedicada al profeta Sofonías, por su cita (Sof 2, 4-7)
      El antiguo Ascalón está convertido en parque nacional. Y aunque posee hallazgos prehistóricos, de la Edad de Bronce y Hierro, de los persas y griegos, la mayor parte pertenece al período romano, como el “Boulauterion” o casa-consejo (de 110 m), adornado con las victorias (Nike) puestas sobre globos y llevadas a hombros por atlantes. Es semicircular con patio de 20 columnas a lo largo y 6 de ancho y lo adornan destacados relieves de Isis y su hijo Orus, estatuas de Afrodita y Hermes.
      Entre los hallazgos más sobresalientes figura una cueva pintada del período romano. Y del período bizantino, los fundamentos de la muralla semicircular de la ciudad, restos de una iglesia y de una sinagoga. Del período cruzado se conservan grandes paños de la muralla.

 Relatos Bíblicos. No pudo tomarla Josué (Jos 13,3; Jc 1,18); Sansón se venga (Jc 14,19. El arca en Azoto (IS 5,6); elegía de David (2S 1, 19-20); juicio sobre Filistea (Jr 47, 6-7; Am 1, 6-8).

          (Teodoro López, Carlos Sáez, Ángel Martín, Peregrinación a Tierra Santa, relato 33 p.80.81)
(Nota. estadística y datos del año 2001)

miércoles, 14 de agosto de 2024

 

Por qué leer y releer a los clásicos

por Luis Daniel González / Aceprensa 

      La Eneida, un extenso poema limado “línea por línea”, escribió Jorge Luis Borges, “es el ejemplo más alto de lo que se ha dado en llamar, no sin algún desdén, la épica artificial, es decir, la emprendida por un hombre, deliberadamente, no la que erigen, sin saberlo, las generaciones humanas”, como fueron las obras de Homero; es asombroso que Virgilio se propusiese confeccionar una obra maestra y que la lograse.  No es nada común un héroe como Eneas, que comienza su viaje de huida llevándose consigo y poniendo a salvo tanto a su padre como a su joven hijo, un héroe al que Virgilio califica, en contraste con los héroes homéricos, como piadoso, palabra que a un hablante moderno le hace pensar en la devoción religiosa, pero que los primeros lectores de la Eneida entendían como “diligente”, como buen padre y buen hijo, y como alguien con un profundo sentido del deber hacia su gente y hacia su patria.

La epopeya de Dante

      La Divina Comedia es difícil para muchos lectores de hoy, pues -advierte José Mateos- “hay una distancia mayor entre el mundo de Dante y el nuestro, que entre el mundo de Homero y el nuestro”, algo que también podemos ver como una ventaja, pues “nos saca de raíz de nuestro mundo, de la tierra abonada por la soberbia científica propia de nuestro tiempo”. Es difícil también porque “pide una lectura diferente a la de otras obras del pasado, pide constancia y esfuerzo como ninguna otra obra, pide una atención dilatada a lo largo d ellos años”; y esto quiere decir que “no ha leído la Divina Comedia quien la ha leído una sola vez”.
      Si en las epopeyas del pasado se alababan o admiraban las virtudes de los héroes -la fuerza y valentía de Aquiles, la prudencia y astucia de Ulises, el compañerismo y la piedad de Eneas-, Dante, “al ponerse a sí mismo como protagonista y resaltar sus torpezas y arrepentimientos” -añade Mateos-, viene a decirnos que la epopeya más arriesgada es la vida de cada uno y que “todos podemos ser héroes morales de nuestra vida”. A diferencia de Homero y de Virgilio, Dante es el narrador y el protagonista de su obra, un camio de posición que podemos poner en el origen de toda la poesía moderna; y mientras que Homero y Virgilio son sólo una voz y una mirada -aunque sean una voz y una mirada que sobrevuelan a hombres y dioses-, “Dante, por el contrario, está en su poema de cuerpo entero, lo vemos esforzarse y abrirse camino como un explorador: a machetazos, a fuerza de mucha voluntad y mucha necesidad.
      José María Micó, uno de los editores y traductores al castellano de la obra de Dante, afirma que la Divina Comedia es “el libro más extraordinario de la cultura literaria europea. Un libro en que el lector encontrará lo mismo que el protagonista ve en la profundidad de la luz eterna: “Cosido con amor en un volumen, / todo lo que despliega el universo´ (Paraíso XXXIII, 86-87)”. Además, dice también Micó: “lo más asombroso de la Comedia es que esté terminada. La ambición de la empresa y las circunstancias de su realización eran contingencias contrarias al benévolo azar que permitió a su autor vivir lo suficiente -que no fue mucho, pues murió a las cincuenta y seis años- para escribir, poco menos que in extremis, el verso de cierre”.

 Shakespeare y Cervantes

      En uno de sus artículos dice T. S. Eliot que un criterio para establecer quienes son los más grandes maestros “es que la valoración de su obra es una tarea que nos toma toda la vida, puesto que a media que ganamos madurez -y ese ha de ser el objetivo de nuestras vidas- iremos comprendiéndolos mejor”. En otro dice lo mismo de otra manera: “Shakespeare es tan enorme, que la duración de una vida no basa para alcanzar la madurez necesaria para apreciarlo en su justo valor”.
      Harold Bloom, un auto -guía para conocer a Shakespeare, aunque su entusiasmo por él a veces parezca desmedido, afirma que su arte literario, “el más alto que conoceremos nunca, es tanto un arte de la omisión como de la riqueza excesiva”, indica que llamarlo “un creador de lenguaje”, como hizo Wittgenstein, es insuficiente, pero llamarlo también un ´creador de personajes´, es incluso un “creador de pensamiento sigue siendo demasiado poco”, pues su “parte más importante es la pasional” (La invención de lo humano). Otro autor-guía para entender a Shakespeare, aunque su afán por ver su pensamiento católico detrás de todas sus afirmaciones también parezca en ocasiones exagerado -y en ese sentido es provechoso-contrastar sus opiniones con las de Bloom-, es Joseph Pearce, quien hace un trabajo minucioso de análisis de varias obras amparado en unas frases de Samuel Taylor Coleridge, quien había dicho que Shakespeare “nunca introduce una palabra o un pensamiento en vano o fuera de lugar: si no lo entendemos, es culpa nuestra o de copias y tipógrafos”.

               El mejor motivo para leer a los grandes clásicos es el deseo de comprender

                                              (ACEPRENSA, julio-agosto 2024, nº 31-32, p. 8-9) relato n. 2 / continúa

domingo, 11 de agosto de 2024

 Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico, del 11 al 17 de agosto 2024
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Rezar por el Papa, fomentar nuestro amor y veneración
    Dominus conservet eum, et vivificet eum, et beatum faciat eum in terra,
et non tradat eum in animam inimicorum eius: Que el Señor le guarde,
y le dé vida, y le haga feliz en la tierra, y no lo entregue en poder
de sus enemigos.
(Oración pro Pontifice, Enchiridum indulgentiarum, 1986, n. 39)
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                  ciclo B – año par, Tiempo Ordinario

Día 11. DOMINGO de la XIX semana.Clara de Asís, virgen y fundadora, siglo XII
Catecismo, Oración de la Iglesia, n. 2767-2772

Día 12. lunes de la XIX semana.
Santa Juana Francisca de Chantal, siglo XVI-XVII
Cat. Acercarse a Él con toda confianza, n. 2777-2785

Día 13. martes de la XIX semana.
Santos Ponciano e Hipólito, papa y presbítero, siglo III
Cat. Padre “nuestro”, n. 2786-2793

Día 14. miércoles, San Maximiliano María Kolbe, presbítero y mártir
Cat. “Que estás en el cielo”, n. 2794-2796

Día 15. jueves, ASUNCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARIA, solemnidad
Cat. María asunta, Madre en el orden de la gracias, n. 966-970

Día 16, viernes de la XIX semana.
San Esteban, Rey de Hungría, siglo XI
Cat. Las siete peticiones, n. 2803-2806

Día 17. sábado de la XIX semana.
San Jacinto de Polonia, siglo XIII
Cat. “Santificado sea tu nombre”, n. 2807-2815
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-Por qué leer y releer a los clásicos, relato 1 (páginas: divulgación
blog, Buena Pista, htpps://ramonbertrand.blogspot.com

sábado, 10 de agosto de 2024

                                      La educación no se va de vacaciones

Ahora que tenemos tan cerca el verano, todos, porque todos estamos implicados en la labor educativa de un modo u otro, hemos de ver éste como un tiempo importantísimo en la labor educativa. O dicho de otra manera, la educación no tiene vacaciones.

Ahora que ha acabado el periodo escolar y estamos a punto de comenzar las vacaciones veraniegas, uno podría pensar que ya se ha acabado el tiempo de educar y ahora toca descansar. Pero justo es lo contrario, el verano es un tiempo importantísimo en la labor educativa. O dicho de otra manera, la educación no tiene vacaciones.

Educar, lo sabemos, va mucho más allá de aprender determinados conocimientos. Es hacer que el ser humano llegue a desarrollar todas sus potencialidades. Y la misión de educar a los niños y jóvenes es fundamentalmente un ejercicio que corresponde a los padres. Por eso las familias han de vivir el verano también como un tiempo de crecimiento y maduración de sus hijos. Y justo lo contrario, pensar que el verano es un tiempo en el que despreocuparse de todo, dejar hacer a los niños lo que quieran, pues ya hemos tenido suficiente dureza en este curso, sería un tremendo error.

¿Qué hacer entonces? Pues lo primero que debemos tener en cuenta es que debemos ayudar a nuestros jóvenes a luchar contra la principal tentación del verano, que es dejarse llevar por la pereza.Para ello hemos de proponer actividades lo más dinámicas y creativas posibles. Porque descansar no es no hacer nada, sino cambiar de actividad. El verano no es para estar tumbado en el sofá todo el día y generar así un hábito negativo de pereza y desidia, sino para disfrutar de muchas actividades que a lo largo del curso no tenemos tiempo para realizar. Actividades que pueden ser tremendamente enriquecedoras. Y generar así un hábito de bien.

Claro, que todo empieza por tener un cierto orden de vida, un horario, propuestas concretas. Dirigir nosotros la actividad. Y muy en concreto pasa por no estar tumbado en la cama hasta que el cuerpo aguante. Es verdad que es verano y se debe descansar, pero una actitud proactiva en la que se aprovecha el día desde la mañana es el mejor modo de vivir a tope el verano. ¡Hay tanto qué hacer!

¿Por qué no visitar lugares históricos, conocer rincones de nuestro país? ¿Por qué no disfrutar de la naturaleza, de una ascensión a una montaña? ¿Por qué no aprender sobre fauna en los parajes más cercanos a nuestro entorno? ¿Por qué no leer algún buen libro? ¿Por qué no hacer un recorrido en bicicleta a lugares cercanos? Todo menos la opción fácil del video juego, de estar tumbado en la cama, de matar el tiempo. Y más aún, ¿por qué no cultivar la amistad, las relaciones con la familia? ¿Por qué no ayudar y acompañar a otras personas que estén solas o enfermas? ¿Por qué no pensar en los demás y vivir un verano de entrega y solidario? ¿Por qué no emplear el verano para que también el alma tenga su tiempo para orar y encontrarse con Dios?

No puedo evitar pensar en que el modelo ideal para un joven en este verano es el de, precisamente, otra joven: María.

Recién recibida la noticia de que su prima, ya mayor, estaba embarazada y por lo tanto necesitada de ayuda, María no lo pensó dos veces. Nos dice el evangelio que subió aprisa a la montaña y se quedó tres meses –todo un verano- con ella. Aprisa, rápido, venciendo la pereza, María sube hasta Ain-Karim, el pueblo de su prima Isabel. Se olvidó de ella misma y decidió darse totalmente a quien la necesitaba. Y lo hizo alegre, cantando, entonando el Magnificat, contagiando la felicidad que llevaba dentro, en sus mismas entrañas. Sin quejas de ningún tipo, dándose a los demás, viviendo unida al Señor.

Un verano vivido así será un tiempo de crecimiento y maduración. No desaprovechemos la ocasión de vivirlo así nosotros y enseñárselo así a nuestros hijos.

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Publicado por Omnes, 17 de junio 2021, autor Javier SeguraDelegado de enseñanzas en la Diócesis de Getafe desde el curso 2010-2011, ha ejercido con anterioridad este servicio en el Arzobispado de Pamplona y Tudela, durante siete años (2003-2009). En la actualidad compagina esta labor con su dedicación a la pastoral juvenil dirigiendo la Asociación Pública de Fieles 'Milicia de Santa. María' y la asociación educativa 'VEN Y VERÁS. EDUCACIÓN', de la que es Presidente

martes, 6 de agosto de 2024

Por qué leer y releer a los clásicos
por Luis Daniel González / Aceprensa

         Muchas personas sienten interés por conocer los clásicos. Pero es importante entender
         en qué radica el valor que tienen. Es lo que pretendo mostrar mediante el acercamiento
          a las obras de cinco de los grandes de la literatura universal: Homero, Virgilio, Dante,
          Shakespeare y Cervantes.

A quienes desean acceder a las obras de esos autores, o a quienes deseamos animarles a que lo hagan, conviene comenzar por advertirles que sus libros no suelen ser fáciles y hace falta tener la disposición de concederles horas de lectura con las mínimas interrupciones, y, casi siempre, de abordarlos con la compañía de un guía o una buena edición crítica a que nos oriente.
      También, al empezar, son luminosas las consideraciones de G.K. Chesterton, en su ensayo Charles Dickens, acerca de un clásico, “un rey del que se puede desertar, pero a quien no cabe destronar”, es un libro que podemos elogiar sin haberlo leído. Esto no es injusto, simplemente indica respeto por las conclusiones de la humanidad. Asumimos que Beethoven fue un gran músico o que Dante fue un gran poeta. No aceptarlos por no haber escuchado al primero o por no haber leído al segundo, equivale a no creer que el Everest es alto porque nunca lo hemos escalado o que el Polo Norte es frío porque no hemos ido allí. La peor clase de escéptico no es el que duda de Dios sino el que duda de los hombres, dice Chesterton.
      Y una tercera indicación previa, la de cómo debemos afrontarlos, la plantea Ernst Gombrich cuando indica que nos debemos alinear con la tradición contra nuestras propias reacciones: “De hecho, podemos pensar, en lo que a las cumbres del arte se refiere, que no somos tanto nosotros quienes ponemos a prueba la obra maestra, como que es esta la que nos prueba a nosotros" (Ideales e ídolos). Esta idea la plantea del siguiente modo George Steiner: “El clásico nos interroga cada vez que lo abordamos. Desafía nuestros recursos de conciencia e intelecto, de mente y de cuerpo (…). El clásico no preguntará: ¿has comprendido?, ¿has re-imaginado con seriedad?, ¿estás preparado para abordar las cuestiones, las potencialidades del ser transformado y enriquecido que he planteado?” (Errata. El examen de una vida).

Homero y Virgilio
. Cuando he querido animar a leer a Homero, el autor por el que siempre se ha de comenzar, he recurrido a expresiones como la de que leer la Ilíada es aprender que perder puede ser la mejor forma de ganar, y ganar una forma de perder, o la de que la Odisea nos habla de que la gran aventura es siempre volver a casa y que, como decía Borges, es quizá el relato de aventuras “más admirable que jamás haya sido escrito o cantado” (Arte poética).
      Pero también vale la pena recordar que Homero es el primer y más grande creador y formado de la humanidad, o que sus obras contienen el primer elogio de la justicia: en unos versos de la Ilíada se revela “la creencia de que Zeus promueve terribles tempestades en el cielo cuando los hombres conculcan la justicia en la tierra”, en la Odisea, de forma más clara, “hallamos la creencia de que los dioses son guardianes de la justicia y de que su reinado no sería, en verdad, divino, sino condujera, al fin, al triunfo del derecho” (Werner Jueger, Paideia).
      En mi experiencia, es más costosa la lectura de Virgilio. En su momento, muchos estudiantes que, para escribir la Eneida, se había basado en le Ilíada y la Odisea y que, por tanto, su historia no era original; y que había preparado su obra para satisfacer los deseos del César de apuntalar el Imperio y que, por tanto, no era el suyo un objetivo puramente artístico. Pero sí las premisas eran ciertas, las conclusiones, formuladas así, eran falsas: mejor hubiera sido haber leído la obra teniendo noticia de su verdadera originalidad  -formal y temática- y de su valor poético -tanto por la perfección de sus versos como por haberse atrevido a medirse con Homero-; y que nos hubieran explicado mejor que Virgilio “está en el centro de la civilización europea, en una posición que ningún otro poeta puede compartir o usurpar” (T. S. Eliot, “¿Qué es un clásico”, en La aventura sin fin)?

             El mejor motivo para leer a los grandes clásicos es el deseo de comprender
                     (ACEPRENSA, julio-agosto 2024, nº 31-32, p. 7-8) relato 1 / continúa

domingo, 4 de agosto de 2024

Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico, del 4 al 10 de agosto 2024
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 El rezo del Santo Rosario
      De todas las prácticas de piedad, destaca, sin discusión alguna, el Santo 
Rosario. Ha sido desgranado, durante largos siglos de vida de la Iglesia, 
por muchos millones de bocas. Sólo este hecho obliga a mirarlo con inmenso 
respeto, y presta una razón sería para que la reflexión de nuestra fe se enfrente 
con él, buscando los motivos internos, el íntimo “secreto”, que hacen del Rosario 
la forma más viva de expresión del cariño que todo el pueblo de Dios profesa 
a Aquella que, para alegría de todos, tenemos por Madre. 
                                    (José María Escartín, Meditación del Rosario, p. 8)
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          ciclo B – año par, Tiempo Ordinario
Día 04. DOMINGO de la XVIII semana.
San Juan María Vianney, Cura de Ars, siglos XVIII-XIX
Catecismo, La humilde vigilancia del corazón, n. 2729-2733

Día 05. lunes de la XVIII semana.
Nuestra Señora de las Nieves, siglo IV
Dedicación de la Basílica de Santa María
Cat. La confianza filial, n. 2734-2737

Día 06. martes, TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR, fiesta
Cat. La voz del Padre designa a Cristo como Hijo amado, n. 444-445

Día 07. miércoles de la XVIII semana.
San Sixto II, XXIV elección de papa, siglo III
Cat. Para que nuestra oración es eficaz, n. 2738-2741

Día 08. jueves, Santo Domingo de Guzmán, Fundador de los Dominicos, s. XIII
Cat. Perseverar en el amor, n. 2742-2745

Día 09. viernes, Santa Teresa Benedicta de la Cruz
(Edith Stein), carmelita y mártir, patrona de Europa, siglo XIX-XX
Cat. La oración del Señor: “Padre nuestro” n. 2759-2760

Día 10. sábado, San Lorenzo, diácono y mártir, siglo III.
Cat. Los tres grados del sacramento del Orden, n. 1554
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-Historia de Palestina: Pentápolis Filistea, relato 32 (páginas: divulgación
-19, El matonismo de la corrección política, capítulo 20 (páginas: divulgación
-Preparación santa Misa: La palabra alabanza, relato 16,2 (páginas: formación)

jueves, 1 de agosto de 2024

  DESPIERTA Y COMBATE A LOS
BÁRBAROS QUE ARRUINAN TU VIDA
19. El matonismo de la corrección política
provoca miedo a expresar lo que pensamos.

            “Lo que más odia el rebaño es aquel que piensa distinto. No es tanto la opinión en sí como la   

        osadía de querer pensar por sí mismo. Algo que ellos no saben hacer” Arthur Schopenhauer 

      El miedo a ser señalados como odiadores, inadaptados, ultras, fascistas, nazis, homófobos, racistas o xenófobos está condicionando la vida de muchas personas en Estados Unidos. La autocensura por miedo a decir algo que no es políticamente correcto, o que no sea aceptado por los popes que rigen la opinión pública, aumenta cada día más. Hay preocupación por cometer un “error” en un tuit, en un post de Facebook o un comentario en un foro de internet, y que la consecuencia de escribir algo que no guste a los clérigos de las esencias del pensamiento único provoque una cascada de reproches públicos que termine en una satanización, y en la muerte civil, simplemente por ser acusado de no reflejar el sentir de la mayoría.

      Según un estudio realizado por la organización More in Common, con más de ocho mil personas encuestadas en Estados Unidos, más de la mitad de los estadounidenses declaran que no se sienten completamente libres de expresar lo que piensan de algunos temas de actualidad. En concreto, un 66% de la población no se siente libre para decir lo que piensa respecto al islam; otro 64% para expresar sus opiniones sobre la raza; y el 55% con asuntos relacionados con LGTB o ideología de género y, por último, un 51% respecto de la inmigración. Además, un 80% de la población considera que la corrección política representa “un problema”.

     El matonismo de la corrección política funciona. Ya no hace falta censurar. Esa mayoría social se autocensura voluntaria y mansamente para no ser señalada. Es el triunfo más eficaz de esos destructores sociales que nos dominan: que la sociedad se autoimponga una mordaza contundente para que sus pensamientos más incorrectos no sean públicos.

                    (autor Álex Rosal, LIBROSLIBRES, con el título que encabeza, capítulo 20, p. 50-51)

    HISTORIA DE PALESTINA

Pentápolis Filistea

      Se desconoce la procedencia de un pueblo (phelestim) que llegó a la costa sur de Canaán durante en siglo XIII a.C. y que consolidó su dominio durante toda la época israelita. De ellos recibirá toda la tierra el nombre de Palestina.

      Los hallazgos del Tel-Akhziv y los estudios antropológicos de la Escuela de Antropología Física de la Universidad Hebrea sobre sus restos humanos, llegan a la conclusión de que los filisteos no descendían de los “pueblos del mar”.
      Las condiciones climáticas y la fertilidad de las tierras, combinadas con el beneficio de las rutas comerciales, hicieron de lo costa filistea una de las más ricas y codiciables del país.
      Gaza fue la ciudad sureña y costera, metrópoli por mucho tiempo, y sirvió de capital durante el dominio egipcio. No menos importantes, Ascalón y Asdod rivalizaron entre sí. La más cercana al mar es Ascalón y se constituyó en el puerto filisteo más importante. Tierra adentro quedan Gat y Ekrón que fueron las principales rivales de la Sefela de Judea. 

Gaza (La fuerte). Actual capital de la “franja de Gaza”, primera zona de la Autonomía Palestina tras los acuerdos de Oslo, es el centro de una llanura de 50 km. de largo por 6 de ancho, comprendida entre el Mediterráneo y una serie de dunas y colinas de roca arenosa, bordeada al norte por el río Shiqura y al sur por el Besor-Arza (el torrente bíblico El-Arish). La fértil franja es rica en pozos. Hoy cuenta con una población de 900.000 hab., de los que el 64% viven en campos de refugiados. Viven en ella 5.000 israelíes en asentamientos. La capital cuenta con 285.000 hab. de ellos sólo 3.000 cristianos.

     La ciudad antigua (Gn 10,19) fue edificada lejos de la costa y cerca de los imprescindibles pozos, convenientemente fortificada contra los ataques de los nómadas del desierto. La prosperidad de Gaza obedecía al tráfico y trueque de mercancías que conlleva la afluencia de las caravanas procedentes de Arabia y Mesopotamia.
      Los egipcios la conquistaron el año 2.000. En 1800 los hicsos la utilizaron como base para conquistar el delta del Nil. Los filisteos hicieron de ella la capital de la pentápolis. Ni Josué (Jos 13,3) ni la tribu de Juda, a quien la asignó, pudieron conquistarla porque eran pueblos “que tenían carros de hierro” Jc 1,19). Confín meridiano del reino de Salomón (IR 5,4) y Ezequías (2R 18,8) fue ocupada nuevamente por los egipcios y sucesivamente por asirios, babilonios y griegos (Am 1,7; Sof 2,4,7). Simón Macabeo la incendió (1M 13,43-48) y Augusto la entregó a Herodes. 

Centro cristiano. Los Hechos la recuerdan como escenario de la predicación de Felipe (8,26). El historiador Eusebio de Cesarea (HE. VII,8) habla de su obispo Silvano, que sufrió martirio en defensa de la fe. Patria de san Hilarión, que en el año 311 levantó un eremitorio y llegó a tener 2.000 seguidores, fue la puerta del monaquismo en Tierra Santa. Una vez más, Gaza es punto de contacto con Egipto, a través de la visita de Hilarión a san Antonio en Alejandría. Muere en Chipre el 371, y san Jerónimo escribió su vida.

      En el siglo V fueron destruidos todos sus templos paganos, especialmente el circular del dios Marnas-Zeus, reemplazado por una basílica. Tras su destrucción por la conquista árabe, los cruzados la reconstruyeron dedicándola a san Juan Bautista. Transformada en la Gran Mezquita, conserva su sobria y bella estructura medieval.
      Otra mezquita, la Nebi Hachem, recuerda al abuelo de Mahoma, fallecido en Gaza en uno de sus viajes comerciales. Se asienta sobre la antigua sinagoga del siglo IV, importante por sus mosaicos. La gran estatua del Zeus del Marneion se encuentra actualmente en el museo de Estambul.         
                 (Teodoro López, Carlos Sáez, Ángel Martín, Peregrinación a Tierra Santa, relato 32 p.79-80)
(Nota. estadística y datos del año 2001)

PREPARACIÓN PARA LA CELEBLACIÓN
DE LA SANTA MISA: La palabra de alabanza
Romano Guardiani, capítulo 16/2

      El hombre da gracias a Dios por todo, porque todo es don. Todo significa toda la existencia, tal como surgió de la creación y posteriormente de la redención. Este dar gracias es el sentimiento que más se aleja de toda pequeñez y egoísmo, es la gran apertura del corazón, es un amor que abarca en su totalidad la amplitud de la existencia y la plenitud de la verdad.

      Este amor encuentra su más bella expresión en la Gloria, cuando dice: “Te damos gracias por tu inmensa gloria”. “Dar gracias” significa agradecer, aclamar, demostrar la más pura benevolencia. En especial, los griegos, al igual que los romanos, alababan, la virtud de la magnanimidad, la libre nobleza del ser. Tal actitud aparece aquí en relación con Dios y se expresa maravillosamente al decir “te damos gracias por tu inmensa gloria”

      Las alabanzas son recorridas por un movimiento profundo, diferente del de la experiencia individual. Quien las pronuncia no es el individuo, sino la comunidad, es decir, la Iglesia. Pero la Iglesia es más que la mera suma de fieles, incluso es más que la gran organización que todo lo abarca. San Pablo y san Juan nos dicen que ella es un ser viviente poderoso -la humanidad renacida en Cristo-, en la que los individuos se configuran como células palpitantes. Esta Iglesia es la que habla en las alabanzas. Quizás se podría agregar que lo que se exterioriza en los himnos litúrgicos no es la alegría de esta Iglesia, sino la alegría de Dios mismo. San Pablo afirma que el mismo Espíritu Santo reza en nosotros “con gemidos inefables “(Rom 8,26).

      Si esto es válido para toda ocasión, lo es en particular aquí. Las alabanzas del Antiguo Testamento provienen del entusiasmo profético, las del Nuevo Testamento del acontecimiento de Pentecostés. El libro de los Hechos de los Apóstoles y la Primera carta a los Corintios nos hacen saber cuán fuerte era el torrente interior y la efusión del Espíritu. Tan fuerte era, que su exteriorización rompía incluso el orden lógico de los pensamientos y del lenguaje, de tal modo que sólo se podían percibir balbuceos y clamores. Pero el mismo san Pablo exhorta a refrenar estas efusiones, ya que la palabra encauzada por la verdad y por la disciplina interior es superior a estos arrebatos y balbuceos. Los creyentes deben orar al Señor con “himnos y cánticos inspirados” (1Cor 14; Ef 5,19). De aquí surgen el himno eclesial. La alegría y la fuerza ascensional del Espíritu que el Padre nos ha enviado en su nombre a Cristo, se desbordan y retornan al Padre.

      La palabra revelada exige que la escuchemos con recogimiento y que nos entreguemos confiadamente a ella; la de la consagración reclama que asistamos con profundo respeto y presenciemos esta acción sagrada. La palabra de alabanza exige que nos la apropiemos y le demos lo mejor de nosotros, mejor dicho, que nos ofrezcamos nosotros mismos, que nos apoyemos en ella, que nos enseñe a orar y que nos eleve por encima de la pequeñez y pobreza de nuestro ser miserable. También aquí podemos simplemente repetir lo que iya hemos dicho muchas veces. Una buena preparación consistiría en leer el Gloria, el Salmo o el Prefacio el día anterior a la celebración de la Santa Misa o inmediatamente antes de su comienzo, dejar que esa lectura nos vivifique interiormente y nos ejercite en la elevación espiritual que conlleva.

       (Romano Guardini, Celebración de la Santa Misa / La palabra alabanza, capítulo 16/2 p. 63-65)